Invitación distintiva

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Le atrajo particularmente la oportunidad de conocer la didáctica de las matemáticas en ese nivel educativo.

A los amigos y colegas Julio Rodríguez Ramírez y Aurelio Medina Puente.

La propuesta de su amigo le quitó el sueño. Llegó a pensar que en realidad no le conocían como había supuesto ni eran tan amigos como parecían serlo ¿Por qué le hacían esa solicitud? ¿Era desapercibida su entrega en las diversas responsabilidades adquiridas en el rol de trabajo del grupo?

Por primera ocasión había podido involucrarse en una actividad productiva que le agradaba y generaba oportunidad de establecer congruencia entre el decir y el hacer. Por más de dos años había estado participando en las diversas acciones del Consejo Estudiantil, desde su implementación y en el último año formó parte del Consejo de Coordinadores. Esto le consumió tiempo y le impidió contribuir en una de las tantas comisiones del sector agropecuario existentes en la escuela: cultivo agrícola, cunicultura, porcicultura, avicultura (crianza y engorda de pollos), bovinos de leche, taller de lácteos, de curtiduría.

Estaba contento porque recientemente le asignaron la comisión de bovinos y había aprendido a atender el establo y hasta ordeñar las vacas Holstein, propiedad de la comunidad escolar.

Ahora le decían que se necesitaban conseguir otro voluntario para completar el equipo de asesores de asignatura de un Círculo de Estudios del CEBA (Centro de Educación Básica para Adultos) en el nivel de Educación Secundaria. Lo identificaban por su pasión por las matemáticas.

Inicialmente se negó argumentando que prefería concentrarse en las responsabilidades ordinarias de sus estudios, las tareas individuales y en equipo en las cuales con frecuencia se desvelaban, comprometidos en obtener calificaciones suficientes para conservar el beneficio de la beca económica, que les permitiría seguir estudiando la carrera. Además, estaba ayudando en la enseñanza de danza folclórica con los grupos académicos de los semestres iniciales realizando los ensayos fuera de clases.

Quizá por todo eso percibió ingratitud y falta de empatía de los solicitantes.

“Te invitamos a qué vayas una de estas noches a observar la dinámica de trabajo con los alumnos. Es interesante”, le dijeron quemando el último cartucho ¿Por qué razón lo buscaban si había decenas de estudiantes en posibilidad de aceptar?

Más por cortesía que con interés fue a presenciar una de aquellas asesorías y en efecto, llamó la atención el de conocer a detalle los libros con una metodología amigable, los programas, le gustó la relación tan horizontal que había entre los integrantes del equipo y su asesor. Lo medular, ayudar a aquellos muchachos que asistían con interés genuino por los aprendizajes, en los horarios establecidos, de lunes a viernes entre ocho y diez treinta de la noche.

Le atrajo particularmente la oportunidad de conocer la didáctica de las matemáticas en ese nivel educativo. Esa experiencia consolidaría sus convicciones docentes, sin imaginar siquiera que años después, ello le abriría puertas y oportunidades de crecimiento académico al ejercer la profesión.

Sucedió como muchos docentes que realizan acciones adicionales de manera honoraria, aún no sabe quién aprendió más, si sus alumnos o él mismo.

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