Horizontes inesperados

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Una vez que te gradúas… ¿Qué sigue?… ¿Trabajar solamente?

Dedicado al Mtro. José Guadalupe Torres Camarillo, por su valiosa orientación oportuna.

Aquel sentimiento triunfalista quedó desmoronado con unas cuantas palabras de su maestro Lupe.

“¿Y ahora qué van a hacer?” Preguntó a un grupo de muchachos recién egresados de la escuela Normal Básica.

Estaban tirados en el pasto de un prado, una tarde de mediados del mes de julio, dejando pasar los minutos esperando la hora de abordar el autobús de regreso a casa. Habían viajado conmemorando término de los estudios.

La pregunta pareció absurda o quizá obvia. Pues todos tenían claro el escenario cercano: se trasladarían a sus lugares de origen y allá esperarían instrucciones para presentarse ante la Secretaría de Educación de su Entidad Federativa, para recibir una plaza de profesor rural e irse a desempeñar conforme se habían preparado en esos últimos cuatro años.

“Maestro… ¿A qué se refiere su pregunta?, Para nosotros carece de sentido, pues apenas vamos a empezar a trabajar”, expuso uno de los muchachos.

“Cierto, ya terminaron la carrera, pero esta formación les servirá para ejercer como docentes en Educación Primaria, pero tal vez deberían considerar que algún día podrían desempeñarse en secundaria, bachillerato o nivel superior”.

El comentario tomó por sorpresa a varios de ellos. Se habían concentrado tanto en el último ciclo escolar por la demanda de trabajo, la realización del Servicio Social, las acciones de vinculación con la comunidad, la elaboración de reportes, informes, registros, preparar el examen final, afrontar los gastos inherentes a materiales, fotografías, encuadernado del compendio de documentos y preparación de examen recepcional, organizar el fin de cursos y graduación.

En esta temporada su atención estaba a la expectativa de las novedades que implica el inicio del ejercicio profesional

Para uno de ellos pensar en otros escenarios era inquietante y hasta confuso. Quizá envuelto en la vanidad que produjo en su ser el veredicto final del Jurado al mencionar: “Aprobado con Mención Honorífica”. Desde ese instante motivaba pensamientos relativos al compromiso y responsabilidad que implicaba una calificación tan alta. Temía, muy en su yo interno y anhelaba desempeñarse de manera congruente a la denominación adquirida.

Considerar ahora la posibilidad de incursionar en otro nivel educativo quizá significaba traicionar el propósito de sus estudios. Él debía ser maestro rural, así se comprometió desde el inicio de la carrera.

“Pueden trabajar de manera regular. Pero existe la Escuela Normal Superior que funciona en los periodos vacacionales. Así lo hago yo y estoy por graduarme en Lengua y Literatura Española”, concluyó

Cuánta razón tenía el maestro. Muchos atendieron esa importante sugerencia. Aquel alumno tuvo la oportunidad de colaborar desde el primer día de manera honoraria, a contraturno en una escuela secundaria existente en la comunidad que fue asignado.

Después pudo comprender que es insuficiente la formación inicial y como en todas las profesiones, existe la especialización, así como la necesidad práctica de mantenerse actualizado para dar respuesta a la demanda educativa de las generaciones de alumnas y alumnos a su cargo.

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