Falta de experiencia

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

El profesor elaboró una piñata artesanal, sorprendiendo a los alumnos de la escuela.

A la generación de escolares 1979-84 Esc. Prim. “Niños Héroes”.

La expectación se apagó en apenas unos cuantos segundos. Uno de los niños de Primer grado, sin venda en los ojos y provisto de un bastón adornado con papel de colores asestó un golpe débil a la vistosa piñata en forma de pastel, de cuatro pisos.

Se sorprendió tanto como la comunidad escolar que se había formado en el perímetro del patio del Salón Ejidal, lugar en que se celebraba el convivio navideño del año. El muchacho que estaba en la azotea sosteniendo la cuerda de donde pendía el objeto, trastabilló un par de pasos atrás porque el peso se aligeró repentinamente: la piñata se desprendió del punto de sujeción, separando los dos pisos de la base de los dos superiores.

Los primeros escolares en reaccionar se “aventaron un clavado” encima para ganar las golosinas que tenía adentro.

Semanas antes el Profesor había conseguido varias cajas de cartón en la tienda de Don Félix Ramírez, “El Chaparro”, para materializar la idea de la piñata que elaboraría para su grupo. Decidió darle forma de pastel, forrando con “papel de china” rizado, como había visto que hacían sus hermanas catequistas en su lugar de origen.

Como vivía en el centro de la comunidad, era visitado por sus alumnos de Primaria y Secundaria. Todos admiraban el trabajo cuando iba avanzando la forma. Al estar terminada, hasta sus colegas fueron a admirar y elogiar el producto.

La aceptación reconocía el esfuerzo y creatividad aplicada. Como el acuerdo fue que cada grupo aportara una, la mayor parte de sus compañeros habían adquirido la suya en la lejana ciudad de Torreón, Coah. Ésta nada pedía en belleza, a aquellas.

Llegada la fecha, el Director decidió dejarla para el final. Así cerrarían “con broche de oro” el término de las clases e inicio de las vacaciones decembrinas.

Cuando iba de vacaciones rumbo a casa, meditaba el desencanto de aquel trabajo.

Un primer error fue la falta de previsión de haber sujetado por dentro cada pieza de cartón, la ató solamente de la parte superior.

La segunda falla se debió a su espíritu generoso. Colocó adentro demasiados dulces, cacahuates, galletas y hasta algunas monedas, aumentando considerablemente el peso del objeto.

Ingenuamente no calculó las dimensiones, fue la garrafal falla que desencadenó las demás. Se dio cuenta hasta el momento en que presuroso fue por ella, al momento de que le tocó turno: no cupo por la puerta de la casa. Tuvo que despegar las partes dos a dos para sacarla. Ya afuera volvió a unirlas con pegamento, mientras el Maestro de Ceremonias entretenía a la concurrencia “haciendo tiempo” y esperando con emoción la flamante aportación. Hasta solicitó varios aplausos para apurar la llegada del docente.

Por esas razones, al primer golpe se desprendió de la cuerda de sujeción y cayó al piso produciendo un sonido fofo y sorprendiendo a todos.

¡¿Cuánto aprendizaje puede obtenerse de los errores?!

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