Aspiración por aprender idiomas

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Cómo decide una persona que aprender a leer será importante en su vida y además la llevó a interesarse en el idioma inglés.

A la maestra Rosa Velia Hernández Villa, con admiración y aprecio.

Era muy bonito ir a la escuela, aprender cosas del mundo de la ciencia, arte, naturaleza, jugar con las niñas y niños creaba un entorno agradable.

Aquella niña de ocho años de edad, ahora adulta afirma: “Aunque nunca hubiese podido ir a la escuela estoy segura que con haber aprendido a leer hubiese sido más que suficiente, porque la lectura lo trasporta a lugares inimaginables y le hace conocer a personas increíbles”.

En la casa paterna, ubicada en un municipio con difícil acceso por terracería, por la cual tenían que salvar casi un centenar de kilómetros para llegar al pavimento que los conectaba hacia la capital del Estado o a la ciudad de Durango, tuvo esta experiencia de vida.

“Cuando era niña, encontré en casa un libro con las imágenes más hermosas que jamás había visto, adivinaba que eran cuentos cortos o pequeñas historias, suponía que los protagonistas eran un abuelo, un niño y una niña, porque se repetían mucho y una de las imágenes era también una biblioteca enorme, desde el piso hasta el techo. Lo veía todos los días al regresar de la Primaria y lo hojeaba completito creando conversaciones ficticias. Así todos los días imaginaba de qué se trataría, porque el libro estaba escrito en inglés y pensaba… ¿Si tan solo supiera un poco para leer?”.

En aquella época era mal visto que las mujeres estudiaran. Quizá Don Paulino, su papá, flexibilizó esa creencia ancestral por la circunstancia que se presentó en su matrimonio con la Sra. Natalia, tuvieron seis hijas y un hijo.

Cuidar el ganado implicó gran trabajo para todos, aunque la actitud visionaria de su mamá concentró todo esfuerzo de manutención para que sus hijas estudiaran. Consiguieron una casa en la vecina cabecera municipal Chalchihuites, para que vivieran allá en donde había una escuela Secundaria, pues costear el transporte de las ocho leguas del escarpado camino en el cual distaba más de tres horas en tiempo de lluvias, resultaba imposible.

Ver a sus hermanas mayores, estar fuera de casa para prepararse, también influyó en su subconsciente y como en un parpadeo de ojos, siguió aquél camino descubriendo que el mundo es enorme, detrás de las montañas de su terruño, también es profesionista.

Aquel libro se conserva atesorado en casa de los padres y lo vuelve a leer cada vez que va de visita, porque ahora radica en la capital zacatecana ejerciendo la docencia. Dice que la lectura también inspira.

Ahora se sabe por qué un día quiso ser maestra de inglés. Expresiones como la Miss, la Ticher, la Maestra, en varias escuelas Secundarias, han sonado armoniosamente en sus oídos durante décadas.

Tiene la convicción de que el ejercicio de la lectura puede abrir las capacidades intelectuales, encaminar hacia otros niveles de reflexión, imaginar e idear posibilidades para incursionar en la cultura, la superación académica y hasta encontrar el llamado del espíritu por alguna profesión.

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