Aprender enseñando

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

El mérito de enseñar, conlleva la experiencia significativa.

Al Mtro. Felipe Madera Lauterio (QEPD), con gratitud.

La novedad era conocer a los recién llegados a Primer Grado. Había la posibilidad de incrementar la cantidad de condiscípulos y amigos. Además, se necesitaban refuerzos para atender los sectores agropecuarios que fueron abriéndose en la escuela, en los que cada vez faltaban más brazos para trabajar.

Hacía falta fortalecer la planta docente, porque el propósito que daba distinción a la escuela requería atender a ocho grupos de 55 alumnos en cada uno. Se necesitaban asesores para resolver situaciones de carácter conductual, coordinar actividades de orden cívico y social, equipos en la Sección Consumo de la Cooperativa Escolar, torneos deportivos, ensayos de poesía coral, danza folclórica, teatro, música, dibujo, pintura, artesanías, etc.

Quizá ante esa circunstancia el maestro Felipe buscó a uno de sus alumnos asesorados el año anterior y le dijo: “Necesito que me ayudes a enseñar estos dos bailables a los muchachos del 1° “C”, sé que tú podrías hacerlo”.

Entre perplejo y escéptico, el muchacho dudó, pero asintió porque siempre le había inspirado respeto.

  • “¿Pero, usted podría apoyarme? No tengo la música y no recuerdo bien algunos pasos”.
  • “No te preocupes, estaré pendiente de lo necesario”

Mientras transcurría este diálogo, en el pensamiento del estudiante se acumulaban las ideas, dudas y temores… ¿Por qué pensó y se decidió por él?, estaba seguro de que había más de una veintena de condiscípulos que podrían cumplir esa tarea mucho mejor que él.

¿En qué horario los atendería?, su agenda ordinaria estaba saturada todo el día, además la encomienda era para realizarse en apenas una semana.

Con más nervios que seguridad, se puso al frente del contingente, de una a tres en la tarde y después de las siete de la noche.

Le incomodaban las miradas de sus compañeros, mientras aquellos admiraban la distinción otorgada

Empezó con dinámicas de calentamiento, luego fue incluyendo determinados movimientos para sincronizarlos y hacer desplazamiento hacia lo que sería la coreografía. Para su buena suerte los alumnos eran dóciles y maleables, disciplinados y con interés.

Luego se dio cuenta del mérito de enseñar, porque la experiencia significativa empezaba desde dominar el pánico escénico, luego preparar la secuencia y diseñar las evoluciones, para después ejecutar y además dar atención particular a quienes tenían menos destreza (ocupaban mayor ejercitación); detectar a los más hábiles para que instruyeran a los demás.

El grupo avanzaba en el aprendizaje y dominio de los pasos, al incluir la música, el entusiasmo se desbordó. Animados fueron consiguiendo los vestuarios y accesorios.

Qué gran satisfacción ver coronado el esfuerzo con la presentación en público el siguiente viernes por la tarde. La concurrencia aplaudió durante el programa y al día siguiente viajaron a compartir el programa cultural a una de las comunidades rurales de la región.

Aprender enseñando consolidó la formación, elevó la autoestima, se sintió útil y correspondió a la confianza depositada en él desde el principio. Deseó repetir la experiencia.

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