Falsas democracias

La consolidación de una verdadera y efectiva democracia suele implicar una serie de acciones constantes y afirmativas de parte del Estado, su sociedad, las instituciones y sus leyes, la educación y cultura de la sociedad son parte fundamental para no solo creer en la democracia como el mejor sistema de gobierno si no para ser … Leer más

La consolidación de una verdadera y efectiva democracia suele implicar una serie de acciones constantes y afirmativas de parte del Estado, su sociedad, las instituciones y sus leyes, la educación y cultura de la sociedad son parte fundamental para no solo creer en la democracia como el mejor sistema de gobierno si no para ser participes activos de actividades que promuevan y fortalezcan una democracia que logre abarcar todas las esferas sociales y en todos los niveles y espacios del ejercicio del poder público.

A nuestro país le ha tomado más de un siglo transitar por el camino de construir nuestra propia democracia, en más de 100 años sin duda se ha avanzado significativamente en la tarea, sin embargo, nuestra democracia sustentada en el sistema de partidos y este a la vez en la hegemonía del partido gobernante, que, aunado a la poca cultura política y democrática de nuestra sociedad, nos ha llevado por mantenernos en una endeble democracia que pareciera no acabará por consolidarse.

Frente a un contexto de total polarización social y política, como la que vivimos hoy en México, pero al mismo tiempo frente a la necesidad de fortalecer nuestro sistema democrático se han emprendido acciones, como las consultas ciudadanas, que en teoría debieran de fortalecer la participación ciudadana como una forma de ejercicio directo de la democracia, sin embargo, la grave descomposición y simulación política pone en tela de juicio a estos importantes ejercicios.

Desafortunadamente, la consulta ciudadana que por medio de un decreto presidencial promueve el Presidente López Obrador, para enjuiciar a los últimos cinco expresidentes de la república, tiene más tintes populistas y de propaganda partidista, más que un verdadero aporte a nuestra democracia. Y cabe señalar que no desestimo el ejercicio como tal si no la intención y el trasfondo demagógico de dicha consulta.
Lo anterior no solo pervierte en sus inicios a un ejercicio democrático que tanta falta le hace a nuestro país, pero experimentar de esta manera una consulta que busca tener acciones vinculantes, solo terminará por desestimar y echar a perder la credibilidad de tan buenos ejercicios que han funcionado de manera ejemplar en otros países; pues poner en consulta la aplicación o no de la ley no solo es absurdo si no que realmente vulnera a cualquier democracia.

La presunción es obvia e incluso hasta la pudiera compartir, los expresidentes desde Salinas de Gortari hasta Peña Nieto cometieron diversos delitos, y que el hoy presidente presume tener las pruebas para acusarlos, sin embargo, no lo ha hecho y en cambio busca consultar a la población si están de acuerdo o no en “que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados”.

Manipular de esta manera los instrumentos y las instituciones encargadas en fortalecer la democracia para lograr fines de índole propagandista con su forma de gobernar, sus ideas y sus intenciones partidistas no solo es ridículo sino hasta antidemocrático; en un verdadero Estado de Derecho se aplica la ley y se garantizan los debidos procesos de juicio y castigo.
En un Estado democrático la persecución política, la simulación, la improvisación y la ineptitud deberían de ser castigados tanto como la corrupción y así evitar disfrazar el populismo y la demagogia con falsas democracias.




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