En rojo pasión

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

Jesús continúa enseñando, también cuando el semáforo epidemiológico está en color rojo o naranja. Aunque de vez en cuando se retira a ‘descansar’, la urgencia de la venida del Reino le apremia. Su tiempo es breve y las necesidades de sanación, curación y salvación son incontables. A donde quiera que se dirige encuentra seres humanos … Leer más

Jesús continúa enseñando, también cuando el semáforo epidemiológico está en color rojo o naranja. Aunque de vez en cuando se retira a ‘descansar’, la urgencia de la venida del Reino le apremia.

Su tiempo es breve y las necesidades de sanación, curación y salvación son incontables. A donde quiera que se dirige encuentra seres humanos enfermos de ansiedad y frustraciones, desanimados, desesperanzados… sin querer creer, mucho menos esperar, amar. A pesar del sufrimiento que hay a su alrededor vive la misión salvadora con infinita pasión.

El estilo de Jesús me hace pensar en el ambiente de crisis en el que estamos inmersos y en nuestras actitudes. En lo que puede provocar un virus, las estrategias para administrarlo, sobrellevarlo, sufrirlo, politizarlo, un cambio de color en el semáforo… También en la responsabilidad de cada persona, familia, grupo, instituciones públicas y privadas…

Con frecuencia escuchamos reclamos, quejas, gritos; también palabras de ánimo, llamados a la responsabilidad, invitaciones a la esperanza activa. A pesar del ejemplo maravilloso de entrega incondicional de muchas personas, gremios e instituciones, todavía no alcanzo a notar la pasión social que se necesita para enfrentar juntos los efectos negativos de la pandemia. En lo que nos apasiona no nos importa invertir y darlo todo. Es como comprar un tesoro, una perla fina, una red de calidad.

En el Evangelio que escuchamos el último domingo de julio, Jesús nos lleva de la mano para que aprendamos a caminar con pasión por la vida y más allá de esta vida. El Reino de Dios es presentado como ‘una pasión’, como una realidad que inspira, afecta, sostiene e implica a todos, toda la vida. Cuando descubrimos, alimentamos y cultivamos esta pasión quedamos enganchados; solamente vivimos para eso. El amor también tiene cara de humanismo sanador, integrador, concertador; dignifica al que da y al que recibe, a todos.

Durante la pandemia y antes, podemos encontrar muchas historias de humanismo. Existen en los rincones más escondidos de los callejones, calles, avenidas y bulevares de la vida. Son hechos precisos, concretos, oportunos que aportan y generan vida; que inspiran y sostienen en la esperanza a muchas personas. No son noticia pública pero están ahí como el grano de mostaza y la levadura. Son personas que testimonian y ‘hacen’ el Reino de Dios’. Han encontrado el tesoro y la perla, ya no pueden vivir sin compartir el Reino y su justicia, su presente y su futuro.

Todos estamos llamados a trabajar en el Reino con pasión y esperanza. Basta estar dispuestos a “vender todo” para que a nadie falte una sonrisa y un pan. ‘Hacer’ Reino está al alcance del que encuentra, busca y echa las redes; del que combina la gracia de Dios, el esfuerzo propio y el trabajo con los demás. ¿Es posible encontrar gente con este perfil en un mundo tan egoísta, con otras prisas e intereses? Así es, son personas que han encontrado en Jesús y su Reino el tesoro, la perla, la red. Él las hace capaces de vivir permanentemente en rojo pasión.

Con mi bendición al terminar el mes.

*Obispo de Zacatecas




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