El gusto por la vida

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Uno de los síntomas que manifiestan algunos de los enfermos diagnosticados con Covid-19 es la pérdida del gusto y el olfato. Cada vez se conoce más de esta terrible enfermedad que tiene postrado al mundo entero y ahora se están haciendo estudios que parecen indicar que la pérdida de estos sentidos podría llegar a ser … Leer más

Uno de los síntomas que manifiestan algunos de los enfermos diagnosticados con Covid-19 es la pérdida del gusto y el olfato. Cada vez se conoce más de esta terrible enfermedad que tiene postrado al mundo entero y ahora se están haciendo estudios que parecen indicar que la pérdida de estos sentidos podría llegar a ser permanente en determinados casos. ¿Se imagina usted tener que vivir de por vida perdiendo dos de los cinco sentidos con los que
contamos?

Hay personas que le han perdido el gusto a la vida, y el Covid no tiene nada que ver. Son las preocupaciones, la rutina, la amargura causada por sufrimientos reprimidos y dolores que no asomaron ni siquiera un grito ahogado, los que han hecho que estas anden por ahí casi en piloto automático, trabajando, cobrando, comprando comida, comiendo, durmiendo y despertando otra vez para repetir el mismo gris itinerario todos los días.

No puedo imaginarme lo que sería no deleitarse ante una puesta de sol en el mar, tomarse 15 minutos para regar el pasto y aspirar ese magnífico aroma a tierra y hierba mojadas, apretar con las dos manos una taza caliente de café para luego disfrutar cada sorbo y dejarse conquistar por su humeante aroma, abrir la puerta a un buen amigo para dejar que pasen con él las horas riendo o llorando, escuchar al amanecer los sonidos propios de la naturaleza en los que se conjugan con perfección el silbar del viento a través de los árboles, el canto de las aves y siempre alguno que no logra identificarse pero que da rienda suelta a la imaginación.

La vida regala experiencias deliciosas todos los días y a todas horas y no exige a cambio de ellas otra cosa que la voluntad de apreciarlas, la renuncia momentánea a “cosas más importantes que hacer” y, ¿sabe usted qué? Estos breves recreos que nos damos son como válvulas de alivio del alma por las que se dejan salir todas aquellas cosas que le hacen daño y se admite a cambio el ingreso de las que le benefician y enriquecen para mantenernos con vida pero con vida de verdad.

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