Opinión José Antonio Rincón
Ahora toca lo que en política se llama gestión del problema, es decir que se investiga, pero que no se llegue a nada concluyente.
Muchas películas de horror tienen segundas partes y a veces estas últimas se tornan de terror.
Con el fantasma de Ayotzinapa, el estado no quiere una parte dos y para eso lucha con toda su fuerza contra realidades horrendas.
Un experimentado, inteligente y hábil fiscal federal, muy lejos del cansado Murillo Karam, director del primer filme, maniobra con las palabras siempre poniendo en el centro la irresponsabilidad del gobierno de Jalisco y sin afirmar nada siembra dudas. Además, anuncia que pueden entrar quien quiera al rancho Izaguirre. Y el sebo funciona, las heroínas y víctimas de un gobierno indolente, prensa, derechos humanos y un mundo de guardias de seguridad, encuentran no alterada, sino revestida la escena, de los miles de prendas que en gráficas recorrieron el mundo, nada, porque hasta que el fiscal intervino es que se llevaron en custodia los cientos de zapatos y muchas prendas más, prueba de la ignominia.
El rancho hace meses que fue cateado y convenientemente abandonado por las autoridades.
Ahora toca lo que en política se llama gestión del problema, es decir que se investiga, pero que no se llegue a nada concluyente, pero eso sí entra en escena el deporte nacional: reparto de culpas, simulación y distracción
No obstante, es innegable que el rancho fue un campo de concentración de la delincuencia organizada, con la colaboración de las instituciones gubernamentales, porque los jóvenes engañados con falsas promesas de trabajo los transportaba hasta allá nada y menos que la policía.
Y el caso se quiere encapsular, pero la realidad es que hay muchos más centros de concentración, donde se practica de todo, de los que ya no se quiere hablar. ¿O acaso las fosas clandestinas con tantos cadáveres humanos no se catalogan como centros de exterminio?
Y el ejército de madres buscadoras solo con las armas de la esperanza, abandonadas y a veces hasta ignoradas por todos, que luchan contra dos enemigos potentes: los cárteles y el gobierno. ¿Que destino pueden tener?
Lo cierto es de que hubo un Izaguirre antes y otro después, el del fiscal Gert, barrido y arreglado pues, para presentarlo en sociedad.
¿Y ni gobierno ni medios pueden decirnos Izaguirre de quién es?
Qué triste realidad. ¿Desde cuándo permitimos que se jodiera México? ¿Cuantos centros de terror hay en Zacatecas?