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Opinión

El debut operativo de Andy en Veracruz y Durango

El debut operativo de Andy en Veracruz y Durango

Los resultados reflejan un desempeño mixto para la coalición gobernante: avances en Veracruz y Durango, pero también el crecimiento de Movimiento Ciudadano.

Eduardo Ruiz-Healy
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4 de junio 2025

El domingo pasado no solo se votó en Durango y Veracruz para elegir presidencias municipales. También se evaluó, aunque no fuera candidato, a Andrés “Andy” Manuel López Beltrán, quien hoy ocupa la Secretaría de Organización de Morena y al que muchos ya ven como el heredero político de su padre.

Los resultados fueron su primera prueba real.

En Veracruz, Morena, PVEM y PT ganaron 112 de los 211 municipios y gobernarán al 65.01% de la población estatal. En 2021 triunfaron en 93 municipios donde radicaban el 60.03% de los veracruzanos. En términos absolutos, crecieron y la alianza demostró eficacia. Veracruz fue una operación exitosa.

En Durango, Morena y sus aliados ganaron 16 municipios, dos menos que en 2022, aunque más que duplicaron su alcance poblacional: del 15.14% al 33.05%. El PAN-PRI amplió su control de 19 a 20 municipios (16 en alianza, 5 por el PRI), y aunque perdió peso poblacional —bajó del 84.55% al 64.98%— conservó los municipios más influyentes, incluida la capital, la cual muchos morenistas creían que podían ganar.

Los resultados reflejan un desempeño mixto para la coalición gobernante: avances en Veracruz y Durango, pero también el crecimiento de Movimiento Ciudadano, que avanzó en zonas urbanas y ganó bastiones como Poza Rica.

En Veracruz la participación electoral fue inferior al 40%, con 400,000 votantes menos que en 2021, señal clara de un desencanto ciudadano que ni Morena ni sus opositores pueden ignorar.

Y detrás de todo esto, sobre todo en Durango, estuvo Andy.

No fue candidato, no dio discursos ni protagonizó actos públicos. Pero operó desde el centro neurálgico del partido: impulsó candidaturas y cerró acuerdos con el Verde y el PT. Desde su llegada a la Secretaría de Organización en octubre de 2024, ha construido una red de lealtades y ganado control interno. Lo hace sin redes sociales, sin entrevistas ni exposiciones públicas. Opera desde las sombras, pero con acceso directo al poder real.

¿Es eficaz? En parte, sí. Tiene experiencia en campañas, conoce las estructuras del partido, participó en varias campañas, incluidas las tres campañas presidenciales de su padre. Su capacidad organizativa es reconocida incluso por adversarios internos.

Pero carece de trayectoria pública verificable. Nunca ha sido electo, no ha legislado ni gestionado recursos, y jamás ha expuesto públicamente su visión del país. Su poder no se debe a sus méritos, sino al apellido. Hasta ahora, su capital es ser hijo de quien es.

Y no todos en Morena lo aceptan. Hay quienes dicen lo que muchos piensan: que ocupa el lugar que ocupa solo por llamarse como se llama. Que sin ese apellido, no sería nadie en el partido.

A eso se suma otro problema: no rinde cuentas. No concede entrevistas, no debate, no enfrenta la crítica. Se ampara en el silencio como estrategia. Y en un país con larga tradición de herencias políticas disfrazadas de renovación, ese silencio se parece a la opacidad que su propio padre juró combatir.

Si de verdad aspira —como muchos ya especulan— a convertirse en el sucesor de su padre al frente de Morena o incluso del país, Andy tendrá que hacer algo más que operar desde la sombra. Tendrá que dar la cara, exponer y defender sus ideas y demostrar que tiene algo que ofrecer más allá del linaje.

X: @ruizhealy

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