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Opinión

Distinguir entre estabilidad y solidez económica es crucial

Distinguir entre estabilidad y solidez económica es crucial

Muchas empresas estadounidenses adelantaron compras en el extranjero, incluidas desde México, para evitar los aranceles de Trump.

Eduardo Ruiz-Healy
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31 de julio 2025

Basándose en datos del INEGI, la presidenta Claudia Sheinbaum asegura que la economía mexicana es sólida: el PIB creció 0.7% en el segundo trimestre, 1.2% interanual, y acumuló un 0.9% en el primer semestre de 2025. A partir de estos datos, el FMI revisó al alza su pronóstico para México: de –0.3% a +0.2%.

El FMI advirtió que su nuevo estimado consideró datos internos mejores a lo esperado, un entorno financiero más favorable y el hecho de que los aranceles estadounidenses aún no se aplicaban al momento de su estimación, pero que no tomó en cuenta uno de los principales e inminentes riesgos que enfrenta la economía mexicana: los aranceles de Trump.

Además, parte del crecimiento observado podría explicarse por factores externos extraordinarios y temporales. En Estados Unidos, el PIB creció 3.0% anualizado en el segundo trimestre, tras caer –0.5% en el primero. Pero ese repunte fue engañoso: muchas empresas estadounidenses adelantaron compras en el extranjero, incluidas desde México, para evitar los aranceles de Trump. Como esas compras se hicieron en el primer trimestre, las importaciones del segundo trimestre cayeron. Y como el PIB se calcula restando importaciones del total, una baja en las importaciones puede inflar artificialmente el crecimiento, aunque no haya más producción. La demanda interna real en EE.UU. creció solo 1.2%, su ritmo más bajo desde 2022.

Esto sugiere que el crecimiento de México también pudo beneficiarse de ese adelanto temporal de exportaciones. Si es así, el impulso podría desaparecer en el tercer trimestre, justo cuando los nuevos aranceles comiencen a impactar.

Hasta el momento de escribir esta columna no se sabe nada sobre los aranceles que entrarán en vigor mañana. Aún no se define si la tasa será de 15%, 20%, 25% o 30%, qué productos se verán afectados y si habrá excepciones. El escenario sigue sin aclararse. Ni Marcelo Ebrard lo sabía o quiso decirlo cuando fue cuestionado el martes pasado.

Las consecuencias posibles no son menores. Un arancel del 15% podría restar cerca de un punto al crecimiento del PIB. Uno del 25% implicaría una contracción de al menos 1.5 puntos. Si se aplica el 30%, el PIB podría caer entre –2% y –3%, con pérdidas de 1 a 3 millones de empleos formales, especialmente en sectores clave como automotriz, electrónica y agroindustria. Además, el clima de inversión podría deteriorarse si se percibe que el gobierno carece de una estrategia firme para mitigar los efectos.

En columnas anteriores advertí que México sigue siendo vulnerable: más del 80% de sus exportaciones dependen de EEUU, la inversión privada está estancada en gran parte del país y el crecimiento del empleo formal no alcanza para cubrir el rezago. Un rebote del PIB no cambia esa realidad.

La presidenta ha reiterado su confianza en el Plan México y en las inversiones anunciadas, pero estas son de largo plazo. Los aranceles, en cambio, tendrán efectos inmediatos y visibles, empezando por las decisiones empresariales.

Por eso, distinguir entre estabilidad y solidez es crucial. Tener inflación contenida y finanzas ordenadas es positivo pero no salva al país de choques externos. En lugar de celebrar cifras preliminares es necesario presentar estrategias a seguir para reducir los efectos de los aranceles de Trump.

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