Déjennos trabajar

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

Dicen que “el trabajo es algo tan malo que hasta pagan por hacerlo”. También dicen que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Curiosamente, ambas frases corresponden al mismo autor: la sabiduría popular. Aunque hay a quienes verdaderamente les gusta trabajar, seamos completamente honestos, a la mayoría no nos gusta. De ahí … Leer más

Dicen que “el trabajo es algo tan malo que hasta pagan por hacerlo”. También dicen que “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Curiosamente, ambas frases corresponden al mismo autor: la sabiduría popular.

Aunque hay a quienes verdaderamente les gusta trabajar, seamos completamente honestos, a la mayoría no nos gusta. De ahí que se diga lo primero. Pero pregúnteles usted a todos los que, a causa del cierre de negocios debido a la restricción sanitaria que nos ha tocado vivir, han perdido la única fuente honesta de allegarse de recursos para llevar a los suyos el sustento diario y estoy seguro de que opinarían lo segundo, aunque alguna vez se les haya ocurrido decir lo primero, quizás más bien en tono de broma.

En días pasados, un pequeño grupo de personas, aparentemente todos ellos integrantes de grupos musicales de los que ofrecen sus servicios para fiestas y reuniones sociales, salieron a marchar por las calles de nuestra ciudad exigiendo a las autoridades no la solución a sus problemas económicos, tampoco dádivas o subsidios. Pedían claramente que “se les dejara trabajar”. Y es que, claro, con este problema que ni las autoridades estaban preparadas para enfrentar, se han restringido los festejos y, en general, todo tipo de actividades sociales que representen aglomeraciones de personas, ya sea en grupos grandes o pequeños, con el fin de reducir las probabilidades de propagación del virus.

Pero sí es de llamar la atención su petición “déjennos trabajar”. En su desesperación no van a pedir que les regalen dinero; no quieren mendigar ni mucho menos robar. Quieren hacer lo que siempre han hecho, lo que en sus casas -quizás modestamente- les enseñaron a hacer: ganarse el pan con el sudor de su frente. No debería de haber otra forma.

Ojalá que las voces de los que claman por la oportunidad de volver a hacer lo que saben hacer sean atendidas por quienes tienen en sus manos la posibilidad de encontrar junto con ellos los mecanismos apropiados para lograrlo. Y ojalá que todos, desde lo más hondo de nosotros mismos, queramos llevar adelante las cosas con esa misma consigna de “déjennos trabajar”.

*Email: [email protected]




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