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Opinión

Debo decirlo… Los Informes como trampolín político

Debo decirlo… Los Informes como trampolín político

Jaime Casas Madero

El respeto a los tiempos electorales debería ser un principio inquebrantable.

Jaime Casas Madero
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23 de septiembre 2025

En Zacatecas, como en el resto del país, la rendición de cuentas debería ser una obligación institucional, no una oportunidad de campaña adelantada. Los informes de labores de diputados, senadores, así como las glosas y comparecencias de funcionarios, son espacios diseñados para transparentar el trabajo legislativo y gubernamental frente a la ciudadanía, sin embargo, en la práctica, estos mecanismos se han convertido en una pasarela para la autopromoción política, donde se prioriza la proyección personal por encima del deber de informar con seriedad y responsabilidad.

Resulta cada vez más evidente que muchos representantes utilizan estos momentos para ensayar discursos de campaña, desplegar imágenes con su rostro en espectaculares o aprovechar el uso de recursos institucionales para posicionarse rumbo a cargos de elección futura. Esta práctica no solo deteriora la confianza ciudadana en las instituciones, sino que también desvirtúa el propósito original de los informes: rendir cuentas claras, objetivas y verificables sobre el trabajo realizado.

El informe legislativo, por ejemplo, debería ser un documento técnico y político donde se detalle qué iniciativas se han presentado, cuáles se aprobaron, cuál fue la participación en comisiones y cuáles fueron los resultados tangibles para la población. La glosa del informe de gobierno, de igual forma, debería servir para confrontar datos, cuestionar políticas públicas y abrir espacios de diálogo que permitan mejorar la gestión pública. En cambio, lo que vemos con frecuencia son eventos que poco tienen de institucionales y mucho de mítines disfrazados, donde el fondo queda relegado frente a la forma.

Me resulta importante precisar que aspirar a un cargo público es legítimo y respetable. En toda democracia, todo servidor público tiene el derecho de buscar nuevos espacios de representación o gestión. Sin embargo, existen tiempos y momentos establecidos para ello y adelantar campañas bajo la fachada de un informe no solo rompe con la equidad en la competencia política, sino que también plantea dudas éticas sobre el uso de recursos públicos para fines personales. El respeto a los tiempos electorales debería ser un principio inquebrantable, especialmente en un estado como Zacatecas que atraviesa grandes retos en materia de seguridad, desarrollo económico y confianza ciudadana.

Hoy, la ciudadanía demanda transparencia y autenticidad. Cuando un diputado o senador presenta su informe, lo que se espera es un balance realista de lo que hizo y lo que dejó pendiente, no promesas para el futuro que se alejan del marco del cargo actual. De la misma manera, cuando un funcionario comparece en la glosa del informe de gobierno, la expectativa es que explique decisiones, justifique políticas y responda preguntas incómodas, no que utilice el espacio como escaparate para mostrarse a él o algún compinche político como “el perfil idóneo” para la siguiente elección.

El relevo político en Zacatecas, y en México en general, exige hoy más que nunca un enfoque más responsable, maduro y racional. Responsable, porque el país atraviesa por una crisis de confianza en las instituciones, donde la ciudadanía demanda hechos y resultados, no promesas adelantadas. Maduro, porque quienes aspiran a un futuro cargo deben entender que las campañas tienen tiempos específicos y que el desempeño actual es la carta de presentación más contundente. Y racional, porque el ejercicio político requiere planeación, visión de largo plazo y respeto a las reglas del juego democrático, no improvisaciones ni actos que solo buscan llamar la atención.

Si Zacatecas quiere fortalecer su vida democrática, es necesario que tanto legisladores como funcionarios entiendan que la rendición de cuentas no es un acto de propaganda, sino un deber con la sociedad. La proyección política debe darse en el momento oportuno, en las campañas, no en los informes. De otra forma, seguiremos atrapados en un círculo vicioso donde las instituciones se debilitan y la política se confunde con espectáculo.

El reto está en dignificar los informes y las comparecencias, devolverles su esencia y dejar que la verdadera contienda política ocurra en el terreno y los plazos que le corresponde.

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