Debo decirlo… Lo que dejó la pandemia

Aprendimos y desarrollamos como género humano, una vacuna en un tiempo récord para detener la mortalidad con la que avanzaba de manera vertiginosa por todos los países del mundo sin excepción.

La semana  anterior, la Organización Mundial de la Salud, organismo dependiente y financiado por la ONU, oficialmente anunció el fin de la pandemia de COVID 19 en el mundo y para no variar y fieles a su estilo, como si pertenecieran a un mundo diferente, los Estados Unidos de Norte América, ya habían anunciado el fin de dicho flagelo a la humanidad una semana antes.

En nuestro país no fue la excepción, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, como si el estado que gobierna fuera otro país, declaró el fin de la pandemia en Nuevo León, adelantándose a la autoridad federal. Posterior a ello, el Gobierno Federal  por conducto del Secretario de Salud, anuncia el fin de la pandemia COVID 19 en México.

Lejos de este tipo de circunstancias y debate de primicias y adelantos sin sentido en el anuncio del fin de este mal que nos aquejó durante casi tres años, debemos de hacer la reflexión de lo que la pandemia dejó y que sin duda fue de gran aprendizaje, esto por si algún día, que según expertos, no muy lejano, se podría presentar de nueva cuenta una amenaza a la humanidad.

Aprendimos y desarrollamos como género humano, una vacuna en un tiempo récord para detener la mortalidad con la que avanzaba de manera vertiginosa por todos los países del mundo sin excepción. Asumimos y aprendimos nuevas reglas de trato social como lo fue la sana distancia, el evitar saludar de mano, beso o cualquier otro acercamiento que pudiera propiciar un contagio que pusiera en peligro nuestra vida, adquirimos nuevos hábitos de higiene como lavarnos constantemente las manos, usar el cubre bocas y gel antibacterial entre otras medidas para evitar cualquier duda o indicio de contagio.

Aprendimos de igual forma, a confinarnos en nuestras casas durante meses y retomar la convivencia familiar y/o, porque no decirlo, retrocedimos en ello, pues según datos estadísticos, la violencia familiar se incrementó de manera significativa en dicho periodo de hacinamiento.

Desarrollamos nuevas tecnologías que nos permitieran convivir de manera grupal, al inicio con la familia y de manera posterior en actividades empresariales y académicas de manera eficaz y productiva.

Aprendimos y nos dimos cuenta gracias a la pandemia, que con el uso de las tecnologías no era necesario llevar a cabo grandes inversiones en infraestructura; edificios, oficinas y espacios que servían para llevar a cabo actividades burocráticas o empresariales, pues la actividad que aún persiste el llamado “home office” fueron igual o más eficaces que tener a cientos de burócratas y/o trabajadores administrativos en espacios y en el desarrollo de funciones que bien se pueden desarrollar vía remota y sin necesidad de tanta infraestructura, pues solo fue necesario una computadora una lámpara y algunos otros accesorios para poder dar clase, conferencias, responder correspondencia, realizar trámites entre otros.

De la experiencia que dejó esta pandemia a las sociedades moderna nos sugiere que debemos continuar con algunos de los hábitos y la implementación de algunas políticas que el estado debe propiciar como lo son;

El fortalecimiento de los sistemas de Salud que brinda el Estado Mexicano,

El desarrollo de investigaciones epidemiológicas nacionales para este tipo de contingencias en las cuales nos vimos rebasados.

El uso de cubre bocas de manera permanente y obligatoria en hospitales y todos aquellos espacios dedicados a áreas de la Salud.

La implementación obligatoria de una cartilla de vacunación para cada ciudadano sin importar su edad.

La concientización permanente de la vacunación como medida de evitar y propagar enfermedades.

El apoyo en la investigación a universidades públicas y privadas para el desarrollo de tecnologías y políticas públicas para enfrentar contingencias de esta naturaleza.

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