“Con la Iglesia hemos topado”: cita amañada de El Quijote

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

Durante décadas, muchos han recitado “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”, asegurando que eso dijo el protagonista de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. En realidad, ella es una frase “hecha a modo” por anticlericales. La declaración que leemos en la novela de Cervantes es “Con la iglesia hemos dado, Sancho” y es … Leer más

Durante décadas, muchos han recitado “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”, asegurando que eso dijo el protagonista de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. En realidad, ella es una frase “hecha a modo” por anticlericales. La declaración que leemos en la novela de Cervantes es “Con la iglesia hemos dado, Sancho” y es meramente circunstancial.

En lugar de esa original declaración —con “iglesia” en minúscula por ser sustantivo común y “dado” como sinónimo de “hallar”—, algunos citan mañosamente “Con la Iglesia hemos topado” —“Iglesia” con mayúscula para que la referencia sea a la institución, y “topado” como encuentro desafortunado—.

“Topar”, enfrentar a algo que sale al paso, no es igual que “dar con”, encontrar en una búsqueda. En la segunda parte, en el capítulo 9, don Quijote y Sancho llegan al Toboso a medianoche. Creyendo haber llegado al alcázar donde vive Dulcinea, resulta que el edificio con torre al que arriban es la iglesia. La frase del Quijote es, entonces, literal. “Con la Iglesia hemos dado”. O sea: la regamos, Sancho, nos equivocamos de edificio. No significa: “¡Ay, Dios: estos curas obstaculizan nuestros proyectos! ¡Con la Iglesia y sus emisarios hemos topado!”.

Cito de la novela el contexto:

Guió don Quijote, y, habiendo andado como docientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:

-Con la iglesia hemos dado, Sancho.

-Ya lo veo -respondió Sancho-; y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura, que no es buena señal andar por los cimenterios a tales horas, y más, habiendo yo dicho a vuestra merced, si mal no acuerdo, que la casa desta señora ha de estar en una callejuela sin salida.

El uso anticlerical que se da a esta frase, al grado de convertirla en refrán, se remonta a un artículo escrito en 1857. Desde entonces se ha tornado esta expresión en una de las favoritas para quienes desean fustigar a la institución religiosa con más poder en el mundo… aunque no hayan leído la novela.




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