¿Aprender a hablar?

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

“¿Cómo aprender a hablar?”, me preguntan con inquietud algunas personas. Aunque concisa, la pregunta resulta vaga: así lo hago notar a mis interlocutores. De entrada, consideremos algo fundamental. Hace más de dos décadas, Josette Jolibert advirtió que debemos evitar la trampa del idioma que utiliza la palabra “escritura” para designar dos procesos desarrollados a un … Leer más

“¿Cómo aprender a hablar?”, me preguntan con inquietud algunas personas. Aunque concisa, la pregunta resulta vaga: así lo hago notar a mis interlocutores.

De entrada, consideremos algo fundamental. Hace más de dos décadas, Josette Jolibert advirtió que debemos evitar la trampa del idioma que utiliza la palabra “escritura” para designar dos procesos desarrollados a un ritmo diferente: escribir-grafiar y escribir-producir textos.

Lo mismo aplica para la palabra “hablar”: aprende uno a hacerlo desde los nueve o diez meses de edad, en el sentido hablar-articular palabras, y hacia los cinco o seis años aprende uno a hablar-producir discursos.

Por eso resultan esenciales los aparentes juegos preescolares de usar la imaginación para crear historias. En realidad se pone en juego la morfología básica adquirida para, junto con la sintaxis inicial, generar los primeros textos orales (entendiendo “texto” como tejido, claro).

Como tantos otros que también buscan consolidación, es éste un proceso imperfecto. Explotan eso algunos productores y conductores de medios de comunicación cuando en sus programas entrevistan a niñas y niños cuyas respuestas resultan graciosas, encantadoras, originales o algunas veces (para los adultos) ridículas.

Tras años y ejercicios, el redactor oral puede descubrir que no se trata sólo de qué historia, argumento o respuesta crear, sino también de quién o quiénes la escucharán, por qué quiere emitirla, qué logrará, cómo llegará de uno a otro elemento en la historia o el argumento, entre otros aspectos de la manifestación del discurso que confecciona.

Al llegar a la juventud o edad adulta inician los verdaderos problemas. Profesores irresponsables hay que atizan “mañana vas a exponer” sin haber preparado a alumnas y alumnos en las competencias básicas de la verbalización, la generación de discursos, lo que muchos llaman “aprender a hablar”.

A fin de cuentas, muchos de quienes se ponen frente a un grupo escolar asumen que el “aprender a hablar” se dio en la etapa inmediata anterior. Vaya suposiciones. Aprender a hablar es técnica que debe enseñarse a cabalidad, al grado de que pueda convertirse en arte.

“No hables sólo porque tienes boca”, dicen en nuestros pueblos. Aprender a hablar, en el sentido de generar discursos, implica también mucha responsabilidad.

De lo demás nos ocuparemos más adelante.




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