Antes de merecer, hay que producir

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

El presumido espera un trato que aún no merece, suele abusar no sólo de la distorsión de la realidad, sino también del uso de la autoridad que se le concede.

Muy interesante es la etimología de “presumir”. Sus componentes son “pre”, antes, y “asumir”. Quien está presumiendo está “asumiendo antes de”. Aún no conquista una tierra y ya quiere que lo llamen conquistador. Aún no se sienta en el trono y ya quiere que lo traten como rey.

El presumido es también el que anuncia que va a lograr algo antes de que siquiera lo intente o sepa si de veras lo logrará.

Si yo digo que terminé estudios de Maestría, no estaría presumiendo si de veras los terminé. Sería yo un presumido si ese logro fuera falso, si apenas cursara yo el tercer semestre, si estoy asumiendo que sí voy a terminar tales estudios superiores.

Si digo que mi madre me quiere, y sí me quiere, no estoy presumiendo, sino asumiendo esa realidad. Pero si presumo que otra persona me quiere, y no es así, estoy en efecto haciendo una presunción. Como el presunto delincuente: se presupone, se presume, que lo es… y sin embargo puede no serlo.

En Latinoamérica es muy común confundir legítimo orgullo con soberbia, con envanecimiento, con una actitud con la que alguien se muestra “pagado de sí” (expresión hermosa que usaban nuestros viejos). En nuestro entorno latinoamericano, muchas personas te exigen autocensura respecto a tus satisfacciones y triunfos en tu trayectoria personal y profesional: es malo tener un currículum de más de cinco hojas; es malo que hayas ganado un premio que te costó desvelos, incomprensión y limitaciones… y decir que lo ganaste; es malo hablar de todos los obstáculos que tuviste que vencer para llegar adonde estás.

¿Por qué debo callar mis logros, si realmente son míos, si no los he usurpado?

En contraparte, el presumido suele abusar no sólo de la distorsión de la realidad, sino también del uso de la autoridad que se le concede.

Esto nos lleva a que es presumido no sólo quien alardea, sino también quien espera un trato que aún no merece. Sucede eso con los “jefes” recién nombrados que buscan recibir los privilegios antes de ofrecer los merecimientos. Como dicen en mi pueblo, empiezan a construir la casa por el techo.

Antes de merecer, hay que producir. Antes de pedir respeto, se da precisamente eso. Antes de esperar gracia, hay que conceder gracia. El favor se pide dando favor… o al menos inspirándolo.

[email protected]




Más noticias


Contenido Patrocinado