Acciones simples y necesarias

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

  Dedicado a José Luis Huitrado Rizo, con reconocimiento y aprecio   Pasó frente a la carpintería un colega y amigo del anfitrión, se asomó a ver lo que hacía el compañero. Aquel, afanoso estaba elaborando taquetes de madera, mismos que utilizaba con frecuencia en sus trabajos del oficio. Aprovechando residuos de los cortes, afinaba … Leer más

 

Dedicado a José Luis Huitrado Rizo, con reconocimiento y aprecio

 

Pasó frente a la carpintería un colega y amigo del anfitrión, se asomó a ver lo que hacía el compañero. Aquel, afanoso estaba elaborando taquetes de madera, mismos que utilizaba con frecuencia en sus trabajos del oficio.

Aprovechando residuos de los cortes, afinaba tiras largas con diverso diámetro y luego hacía trozos tan pequeños de acuerdo a su necesidad.

“Buenos días”, saludó atento y con el ceño fruncido, declaró con ordinaria actitud: “Buenos días. ¿Para qué los haces?, yo mejor los compro”.

La respuesta quizá sonó mordaz: “¿Y yo para qué los compro?, mejor los hago” Pero encerraba una verdad grande, profunda, con significado importante.

Ambos rieron con alegría de las expresiones y pasaron a otros temas propios de su trabajo.

Hace décadas, (tal vez siglos), las personas buscamos otros caminos para resolver las diversas necesidades que nos presenta la vida, usualmente por los caminos de la facilidad o la comodidad.

Algo pasa en la evolución sobre la forma de vivir de la gente. Se dejan de hacer cosas sencillas de beneficios importantes para sí mismos y para la humanidad, como barrer el frente de la casa, ser amable con el vecino, cuidar una maceta, plantar un árbol, reusar y reciclar.

Especialmente en la clase media se renuncia a caminar y se privilegia el uso del auto. Quien carece de vehículo utiliza el transporte urbano, también abusa de éste medio para trasladarse a distancias pequeñas.

La falta de actividad física es un factor que, según los médicos, incide en el deterioro de la condición orgánica, la aparición de enfermedades controlables sin necesidad de ayuda profesional.

Ante la circunstancia que nos presenta actualmente esta crisis de salud, hay expresiones en el sentido de poner atención a la alimentación, la condición física (practicando algún deporte, corriendo o simplemente caminando), a mejorar la actitud ante la vida.

Las nuevas formas de vivir nos indican que es necesario alejarse del consumismo, evitar los alimentos industrializados.

Es cierto que existe una falta de cultura nutricional, pero también ello implica adquirir la formación, aprovechando las ventajas de la comunicación y la tecnología para acceder al conocimiento de este importante rubro.

Puede argumentarse la falta de materiales y espacios deportivos en las localidades, pero de seguir ausente el propósito, más difícil será disponer de ellos.

También es posible objetar la falta de tiempo, ante la acelerada cotidianidad, las diversas ocupaciones además de las responsabilidades que implica cumplir con un trabajo formal o informal. Es cuando se ocupa hacer una reflexión adecuada para establecer prioridades individuales, familiares y/o sociales.

Aprender a leer las “señales” de riesgo o peligro que se presentan en el devenir diario, es un reto importante para lograr encontrar el rumbo más adecuado hacia la salud, un equilibrio emocional y una definición de propósitos.

Quienes tienen una mejor calidad de vida, mayoritariamente se debe a que han realizado esfuerzos determinados cambiando paradigmas para conseguirlo.

 




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