Horas de preparación para demostrar su fe

Entre colores lúgubres enmarcados por el negro de los penitentes, más de mil 400 personas se dieron cita cerca de las 4 de la tarde entre las calles Abasolo y García Salinas para integrar el cortejo de la Procesión del Silencio. Una a una, las cofradías llegaron con flores, velas, farolas y los atuendos que … Leer más

Entre colores lúgubres enmarcados por el negro de los penitentes, más de mil 400 personas se dieron cita cerca de las 4 de la tarde entre las calles Abasolo y García Salinas para integrar el cortejo de la Procesión del Silencio.

Una a una, las cofradías llegaron con flores, velas, farolas y los atuendos que usarían y listos para arreglar las andas donde llevarían las 14 imágenes que integraron el contingente.

La primera en llegar fue la de Jesús Nazareno, proveniente de Mazapil, cuya cofradía inició  de inmediato con el arreglo.

En tanto, las últimas en integrarse al contingente fueron las imágenes del Padre Jesús y la Virgen de los Dolores, debido a que durante la tarde recibieron el pésame de los fieles en el Templo de Jesús.

Desde las 10 de la mañana, Viridiana del Muro Montoya alistó todo para trasladar el Santo Entierro del Templo de San Juan de Dios hacia su casa, cerca de la Plazuela de García, para embellecerlo con flores.

Las 14 imágenes fueron cargadas en hombros por unos 400 costaleros, quienes fueron acompañados por un cortejo de 500 mujeres y niños que participaron como damas de negro, monaguillos y niños cofrades, además de los penitentes, que superaron los 500.

Mientras decoraban las andas o instalaban las imágenes en sus bases, los cofrades mostraron cierto temor debido a que era el primer año en que había viento durante la procesión, lo que podría provocar que se apagaran las velas o se desequilibrara el peso de las andas, por lo que acordaron algunas medidas precautorias para evitar algún incidente en el trayecto.

Hacia las 7:30 de la noche la mayoría de los participantes ya aguardaba en su posición correspondiente según la cofradía a la que pertenecía, aunque la coordinación y organización no hubiera sido posible sin el trabajo de Rito Aguayo, Enrique Morales y Aarón Morales, de las comisiones de Logística y Orden.

La imagen del Calvario de Fátima, la más pesada de todas las que integraron el contingente, fue bajada de la grúa por más de 10 personas que con mucho esfuerzo la colocaron en una base de cuatro mesas para comenzar su arreglo.

A su vez, más de 15 cofrades dedicaron cerca de tres horas en decorar el anda que transportaría la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, rodeada de rosas y lirios blancos, además de 130 cirios.

Dicha imagen cerraría la Procesión del Silencio con un séquito de 18 costaleros, 20 penitentes y más de 15 damas de negro, quienes la llevarían a resguardar a la Capilla del Hospital San José una vez terminado el recorrido.

Ahí pernoctarían para luego trasladarla al Templo de San Juan de Dios.

De las 30 jóvenes que se esperaban para representar a las damas hebreas, llegaron 12  a casa de Laura
Luévano, presidenta de esa cofradía y La Verónica, para que les pusieran el velo.

La tradición la heredó Laura de su madre Cuquita Mayorga, una de las fundadoras e impulsoras de la Procesión del Silencio, en su etapa actual.

Rosario Martínez, Martha Silvia Alfaro y Magdalena Medellín cosieron los velos y las donas al cabello de las chicas para asegurarse de que no se les cayeran en el camino.

Todavía no terminaban de arreglarlas, cuando una joven gritó emocionada al ver que los caballos de la Guardia Pretoriana, que encabezaría la procesión, llegaban y tomaban su lugar. 

Al otro lado de la calle, la cofradía Jesús Divino Preso hacía oración para iniciar el recorrido. 
Todo ocurría ante el ojo observador de la gente de las comisiones de Orden y Logística. 

Los fieles devotos destacaron entre combinaciones de túnicas y capuchas en blanco y negro, hasta tonos como el lila, azul rey, rojo púrpura, morado, azul marino, rojo o crema, mientras que algunos penitentes se caracterizaron por ir descalzos y llevar un capirote sobre la cabeza.

El cortejo comenzó a avanzar en punto de las 8 de la noche hacia la Catedral zacatecana.

Con información de Lucía Dinorah Bañuelos

Imagen Zacatecas – Heraclio Castillo




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