Vuelve la competencia

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Antes de que se pusiera fin al derroche de recursos para “apapachar” empresas y personalidades del mundo periodístico, los figurones de la comunicación eran muy correctos.

El grupo fórmula dio un buen golpe al anunciar que el ministro en retiro Arturo Saldívar será comentarista semanal a partir del nueve de enero próximo, en el programa matutino de Ciro Gómez Leyva. Las reacciones al anuncio fueron las buscadas, se desató una gran controversia y de ese modo la empresa mediática y Ciro en lo particular compiten por el público y por el mercado de anunciantes procurando perfilarse como reflejos de la pluralidad de la sociedad.

Hasta antes de que los medios de comunicación perdieran al trato privilegiado que recibían del gobierno, los poderosos medios bridaron tribuna a opiniones verdaderamente autónomas no solo del gobierno en turno sino del poder económico.

Jacobo primero y López Dóriga después conformaron en Televisa un elenco de opinantes de la talla de Carlos Monsiváis, Carlos Montemayor y Elenita Poniatowska.

Antes de que se pusiera fin al derroche de recursos para “apapachar” empresas y personalidades del mundo periodístico, los figurones de la comunicación eran muy correctos, con sus emociones bajo control, asumiéndose como modelo a seguir, pero cuando llega López Obrador se acabaron los buenos modales. Hoy López Dóriga se refiere a López Gatell Como miserable y el rostro se le descompone cuando sus vísceras toman el mando de su quehacer periodístico.

La competencia por público lector y audiencias radiofónicas y televisivas que existía antes de la proclamación del fin del chayote oficial, pasó a segundo término y se impuso espontánea o concertadamente una comunicación en coro, potenciando la nota más útil para golpear al gobierno, se venció el escrúpulo que antes inhibía a unos a difundir contenidos de los competidores y se impuso tal clima de “entendimiento”, que ya nadie se queja de que otros medios plagien la nota sin darle crédito a quien corresponde.

Nunca intuyeron la trampa en que cayeron cuando López Obrador proclama la libertad de expresión sin restricciones, lo que los puso a mostrarse tal cual son, con su fobias y afinidades, con sus personalidades reales, con sus alineamientos inconfesos pero advertibles.

La trampa de la libertad absoluta

La pérdida de públicos es resultado de esa trampa de garantizarles total libertad para que digan lo que quieran, en el tono que quieran, sin más riesgo que el juicio de la gente a la que se dirigen.

Ciro Gómez Leyva y el grupo Fórmula son los primeros en dar señales de regresar a la competencia por el público.

Televisa y Televisión Azteca resienten en sus finanzas, no son las únicas empresas que viven tiempos áridos agravados, por que lo peor que les ha sucedido es que el poder que cuestionan no los reprima para que la gente sea la que decida si se merecen su confianza o su desconfianza.

¿Cómo queda ante los mexicanos López Dóriga y similares difundiendo la detención en Miami de René Gavira cuando se entregó personalmente en la Ciudad de México? ¿Cómo quedan los que reportaron decomisos de la ayuda a damnificados de Acapulco usando imágenes de meses antes? ¿Cómo quedan los que divulgaron una guardia del presidente López Obrador ante el féretro de Miguel Barbosa diciendo que es el de la mamá del Chapo Guzmán?

La única sorpresa de las primeras medidas del nuevo presidente de Argentina fue la cancelación de los contratos de publicidad con los medios de comunicación, todo lo demás es la repetición de medidas aplicadas para cargarle el costo de las crisis a Juan Pueblo, como en el México del salinismo y la argentina de Carlos Menem.

Dirán que es mal agradecido, la parte mayoritaria de los medios de comunicación de su país fueron sus entusiastas propagandistas.

No tiene fuerza parlamentaria para sacar adelante sus propuestas sin ayuda de otras fuerzas, tampoco cuenta con un solo afín gobernando alguna provincia, capitalizó la desesperación con un discurso contra los políticos despreciados pero depende de ellos

Visto así, la decisión de cancelar por un año la publicidad oficial parece un tiro en el pie, aunque no hay que estar tan seguros.

Si no los reprime, los derrota

Milei no habría cancelado contratos de publicidad con la prensa argentina si hubiera llegado a la presidencia diez años antes, ahora sabe que el desarrollo de las tecnologías de la comunicación impide el monopolio de la información y que la difusión tiene caminos alternativos difíciles de bloquear.

Si los medios argentinos reaccionan con furia y se dedican a vengarse de Milei, descuidarán competir por el mercado de público y anunciantes y echarán por la borda la credibilidad tan indispensable en el oficio sin hacerle cosquillas a su odiado.

Lo paradójico es que la prensa mexicana que le mostró simpatías odia al presidente mexicano por una medida parecida pero menos drástica.

Quién lo dijera.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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