Universidades sin conciencia social

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Las universidades públicas restringen el acceso a sus carreras utilizando como coartada el examen Ceneval pero la realidad es que el crecimiento de la demanda las rebasó.

El conflicto que tiene sin acceso al Campus siglo XXI de la UAZ, la toma de rectoría el día del informe del rector y el paro de doce horas de las plantas docentes de tres de sus planteles de preparatoria, son signo el agotamiento de un modelo de gestión soportado en el predomino del núcleo administrativo en detrimento de los sectores estudiantil y académico en la cual en vez de democracia se abre paso la “grupocracia”, tal como pasa en la UNAM y la mayor parte de las universidades.

La domesticación política de las universidades públicas es uno de los propósitos logrados del neoliberalismo mexicano. El movimiento estudiantil de 1968 consolidó una etapa en la cual las instituciones de educación superior fungieron como el espacio por excelencia del fluir libre del pensamiento crítico. Durante la siguiente década y media se distinguieron por su espíritu combativo los jóvenes de la UNAM, Politécnico Nacional, Chapingo, y las universidades de Zacatecas, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Sinaloa.

Con Miguel de la Madrid arranca el gradual desplazamiento de la educación pública como prioridad, estimulando el florecimiento de la educación privada mediante otorgamientos de apoyos que van desde donaciones de terrenos, construcción de sedes, hasta otorgamiento de becas públicas para estudiar en opciones privadas. Salinas de Gortari usó la zanahoria del subsidio para introducir cambios sustanciales en los planes de estudio desde la SEP al mismo tiempo que se abrieron mecanismos de progreso salarial individual a sus académicos para desinflar el sindicalismo universitario.

Tan contundente resultó la operación de neutralización que en la Campaña presidencial de Peña Nieto, la bocanada de aire fresco la aportan estudiantes de una prestigiada universidad privada, La Iberoamericana, cuna del movimiento estudiantil “Yo soy 132”, movimiento que confrontó al viejo régimen encarnado por el candidato del PRI.

Hace pocas semanas el alcalde panista de la Benito Juárez de la Ciudad de México fue frontalmente abucheado por los jóvenes del ITAM indignados por el fraude inmobiliario. En contraste, el silencio de las universidades ante la brutal embestida contra los libros de texto solo inspiró a dos rectores para fijar su posición en defensa de los libros, el rector de U Iberoamericana y el de la U de Guadalajara.

Adormecido lo popular

Las universidades públicas restringen el acceso a sus carreras utilizando como coartada el examen Ceneval pero la realidad es que el crecimiento de la demanda las rebasó cuando el estado deja de tener como prioridad la educación pública, en esta caso de nivel medio superior y superior, llegando a la situación actual en la que muchas instituciones mantienen un esquema de cobros por diversos conceptos que tornan muy difícil el acceso y permanencia de la juventud que proviene del barrio y las comunidades rurales.

Las nuevas generaciones ya no son forjadas en la preocupación social sino en el individualismo, cambio hacia atrás que se refleja en la caída del extensionismo que tuvo en Zacatecas modalidades ejemplares en diversas áreas del conocimiento.

Se produjo una élite conformada por estrellas de la investigación y docencia con reconocimiento social obtenido mediante publicaciones y con puertas abiertas en las tribunas mediáticas de su entorno, élites que de desconectan de sus “parientes pobres” profesores de asignatura, administrados de manera tal que estén a la disposición de los grupos que controlan la administración para permanecer, obtener bases y promociones.

Las universidades mexicanas deben recuperar la consciencia social que alguna vez las caracterizó, para ello, además de la revisión periódica de métodos de enseñanza y planes de estudio, cada institución deberá seguir el modelo de gestión que no excluya a los pobres y que se comprometa con su entorno.

¿Botín grupal?

EL diagnóstico más repetido sobre actuales discordias universitarias locales es que las mismas se originan en la pugna por la sucesión rectoral, de confirmarse lo anterior, estamos ante un desolador panorama en el cual se juega con la educación de los jóvenes en juego de vencidas entre grupos sin proyecto institucional conocido, pero con afanes de control de parcelas de administración.

Las universidades del mundo son foro natural de discusión de los grandes problemas, los conferencistas relevantes en problemas específicos saturan los auditorios, las corrientes de pensamiento se pulen en la confrontación democrática entorno a los asuntos del entorno cercano, de la nación y del mundo, si eso no está sucediendo en nuestras universidades es porque el individualismo inyectado durante varias décadas no cesa en sus efectos.

¿Dónde perdimos los universitarios el espíritu de comunicad discutidora y actuante? ¿Cómo inyectaron la apatía a tantas generaciones? ¿Cómo extraviamos el camino al compromiso social?

¿Volverán los tiempos en que los universitarios se involucren en la vida de su institución y la de su entorno social?

Nos encontramos el lunes en Recreo

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