Nostálgicos del dedazo

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

El Presidente López Obrador lo único que puede es liderar la lucha contra la corrupción, no puede hacerlo solo, el papel del individuo en la historia, como lo escribió Plejanov, tiene límites infranqueables, las acciones y las colectividades que las llevan a cabo con frecuencia llevan la marca del nombre y apellido de la persona, … Leer más

El Presidente López Obrador lo único que puede es liderar la lucha contra la corrupción, no puede hacerlo solo, el papel del individuo en la historia, como lo escribió Plejanov, tiene límites infranqueables, las acciones y las colectividades que las llevan a cabo con frecuencia llevan la marca del nombre y apellido de la persona, eso no les quita la esencia de hazaña colectiva.
López Obrador depende del respaldo social, por eso quienes comparten la convicción de que México debe deshacerse de la élite corrupta promueven el fortalecimiento de su liderazgo, quienes se colocan del lado de los intereses creados hacen hasta lo imposible por debilitarlo.
La realidad no es blanca o negra, el Presidente enfrenta el desacuerdo honesto de una franja social que no comparte su ruta y no por eso son cómplices de la élite corrupta como padece la existencia en el seno de su administración y de su fuerza política a quienes los vientos del cambio los arrastró a las filas de la Cuarta Transformación, que no solo se abstienen de luchar contra la corrupción, sino que la practican.
El Presidente sortea con aplomo las embestidas que usan como munición a familiares como su hermano Pío y su prima Felipa, no hace una defensa ciega, conmina a la investigación de los señalamientos y a la aplicación estricta de la ley. Un elemento con el que tiene que batallar es la lentitud de la justicia, como lo acredita los quince años de duración del proceso que mantiene sin sentencia y en prisión a Israel Vallarta por los mismos hechos por los que fue procesada Florence Cassez en libertad desde hace ocho años. El orden legal de nuestro país no facilita el eficaz combate a la corrupción, hay fueros injustificables, hay operación política subterránea en tribunales, hay burocracia forjada en el influyentismo.
Una de las fuentes de corrupción pública es la facilidad con la que personas con malas cuentas pasan las aduanas partidistas y son postulados a cargos de elección popular. He constatado en mi actividad legislativa que cuando un legislador se estrena, lo hace animado por hacer bien las cosas, pero muchos entran a un proceso de degradación moral por efecto de tantas tentaciones de hacerse de dinero extra, buscando obsesivamente coartadas para hacerse de viáticos y gastos de representación y estableciendo pactos de complicidad con el resto. Cierto es que también hay quienes pasan por cargos en la esfera pública sin traicionar los valores que los guían, son las aves que cruzan fangosos pantanos sin que su plumaje se enlode, parodiando al poeta.

Ni impunidad ni guerra sucia

El debate político en México, como en muchas partes, con frecuencia degenera en guerra sucia, no hay actor político relevante al que no se le cuelguen “milagritos”, sobre todo en tiempos electorales, recuerdo que en la etapa de ascenso del PAN, Jalisco estuvo a punto de regresar al PRI gracias a la popularidad de su candidato y la PGR lo involucró con un cártel poco antes de las votaciones para exonerarlo una semana después de consumada su inesperada derrota, a eso se le llama politiquería como modo de diferenciarla del verdadero debate político, el legítimo, el que edifica, el que honra.
Así las cosas, el Presidente de la República fue inmiscuido en el debate político electoral del estado de Zacatecas, cuando una reportera desinformada preguntó respecto a las acusaciones contra el excoordinador de Ganadería en dónde además de reconocer investigaciones en proceso, sugirió la ruta de la Fiscalía Anticorrupción, reaccionando de la misma manera como lo hizo ante las acusaciones a Bartlett, a su hermano Pío, a su prima Felipa y a todos los que son objeto de señalamientos, con la diferencia de que advirtió la posibilidad de que se trate de la guerra sucia (politiquería) tan propia de tiempos electorales, es decir, asumió la postura equilibrada del que no condena ni exonera, dejando la decisión a las instituciones facultadas por la ley.

Que brille la verdad

Algo que elimina la hipótesis de guerra sucia con fines electorales es que las denuncias pesadas vienen desde 2019 y en su mayoría proceden de otros estados, además, la Auditoría Superior de la Federación encontró situaciones ignoradas por los actores electorales zacatecanos.
Llama la atención la naturalidad con la que algunos propagandistas normalizan lo que sería una aberración política en un sistema democrático: El dedazo presidencial al estilo Porfirio Díaz, valiéndose del falso “espaldarazo”.
Los zacatecanos somos los que debemos elegir a quien deberá liderarnos en la lucha estatal contra la corrupción, contra la inseguridad y contra el atraso económico, somos los que disfrutaremos del acierto en la elección o pagaremos la equivocación de elegir desinformados.

Nos encontramos el lunes en el Recreo




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