Nos servirá de experiencia

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

Hay quienes tienen diferencias de criterio con el presidente, lo expresan, pero no dejan de acompañarlo políticamente.

El presidente López Obrador no ha sido acompañado en todas sus decisiones por integrantes de su gabinete, de las fracciones legislativas del movimiento, de los gobernadores afines y de los partidos que integran la coalición gobernante.

El desacuerdo es tácito, no explícito porque saben que su liderazgo acarrea enormes costos políticos a los que se apartan o confrontan.

Hay quienes tienen diferencias de criterio con el presidente, lo expresan, pero no dejan de acompañarlo políticamente, es el caso de Alejandro Encinas respecto a la propuesta de adscribir la Guardia Nacional a la SEDENA o el de la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero respecto a elegir mediante voto ciudadano a jueces, magistrados y ministros de la SCJN. Ambos son personalidades relevantes del movimiento que gozan del respeto del presidente y del movimiento transformador.

Hay otros que en cuánto salen de la nómina enseñan el cobre al convertirse en detractores de lo que antes apoyaron, ejemplos abundan.

Pero hay quiénes sin externar diferencias dejan solo al presidente en temas que son esenciales para el proyecto de nación que lideran López Obrador y Claudia Sheinbaum.

La propuesta presidencial de cancelar todos los fueros no fue secundada por los legisladores que debieron hacerlo, a regañadientes eliminaron el fuero presidencial, pero quedaron intocados todos los demás, les faltó estatura para consignar en la Constitución general lo que ya se plasma en la de la Ciudad de México que suprime el fuero para todos los servidores públicos locales. Con su resistencia pasiva coinciden con los más cavernarios criterios de la SCJN que al resolver respecto al fuero del fiscal de Morelos o del ex gobernador de Tamaulipas Cabeza de Vaca, deciden en consecuencia no debilitar sino fortalecer tan aberrante privilegio.

Resistentes activos y pasivos

La austeridad republicana es respuesta a la política de antes, de disponer que son los gobernados los que en tiempos de apuros se aprietan el cinturón mientras que los gobernantes siguen su tren de vida de gobierno rico de pueblo pobre, el presidente puso el ejemplo al renunciar al sesenta por ciento de los ingresos del último presidente y luego enviar la iniciativa de ley de que ningún servidor público gane más que el primer mandatario.

Lorenzo Córdova y similares pusieron el grito en el cielo, aunque pronto encontraron el caminito que les ofrece un poder judicial y una SCJN con cúpulas adictas a situaciones de privilegio que otorgan amparo tras amparo a todos los que interpretan que la autonomía es aval para ganar lo que se les antoje siempre que sea con cargo a los contribuyentes.

El prianismo tomó la decisión de defenderá las castas doradas para echárselas al morral, pero en las filas propias hay actores identificados con el movimiento que no vieron con buenos ojos la contención salarial de las élites, pero no pueden decirlo, ¿Cuántos servidores públicos debieron hacer lo mismo que Lenia Batres?

Los movimientos masivos son contradictorios por esencia, sin pensamiento único posible, pero solo trascienden si junto con los matices cuentan con un sólido núcleo de valores y principios en torno a los cuales se forja la identidad.

Por estrategia electoral primero y por imperativos de gobernabilidad después el Obradorismo ha incorporado a sus filas a relevantes actores de procedencia distinta y a veces opuesta a la trayectoria histórica del movimiento transformador, algunos permanecen en consonancia con los objetivos cumpliendo la encomienda, tal es el caso de Manuel Bartlett quien ha realizado un notable trabajo al frente de la CFE, otros simplemente aprovecharon la invitación para regresar a la nómina (Germán Martínez ) o para acceder a la misma (Lily Téllez) y luego se distanciaron, tal experiencia genera muchos nervios entre la base militante no tanto porque desplazan a los auténticos luchadores del cambio sino por temor a que salgan con su domingo siete traicionando impúdicamente como lo hicieron los senadores mencionados o practicando la resistencia pasiva no en temas secundarios sino esenciales, como lo han hecho hasta ahora también los que se cruzaron de brazos ante la iniciativa de reforma electoral para reducir el dinero a los partidos y el tamaño de cabildos municipales y legislaturas.

Proceso en curso

Los mismos que dicen que no hay dinero para reformar la injusticia pensionaria que impuso Zedillo son los que avalan los abusos de las castas doradas políticamente respaldadas por la oposición y jurídicamente protegidas por un poder judicial sin legitimidad por su aferramiento a sus desmesurados privilegios, lo que da cuenta de lo que falta por lograr para que la austeridad buscada potencie la justicia social anhelada.

La experiencia acumulada debe servirnos para culminar el anhelo de una transformación pacífica que consolide justicia social y libertades.

Hay respaldo ciudadano para lograrlo.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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