Menos individualismo más localismo

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

La presión sobre el gobierno de López Obrador es muy intensa, la decisión de auxiliar a los más pobres, no pedir prestado, ni incrementar los impuestos choca directamente con la política anti-crisis adoptada por los gobiernos anteriores y que consiste en recaudar más mediante alza de tarifas de servicios públicos, pedir prestado para que la … Leer más

La presión sobre el gobierno de López Obrador es muy intensa, la decisión de auxiliar a los más pobres, no pedir prestado, ni incrementar los impuestos choca directamente con la política anti-crisis adoptada por los gobiernos anteriores y que consiste en recaudar más mediante alza de tarifas de servicios públicos, pedir prestado para que la deuda la pague la gente año tras año, condonación de impuestos a las grandes empresas, etc.

La definición está tomada, México inició el recorrido que pronto otros países tendrán qué hacer, los estira y afloja con círculos empresariales no son para cambiar lo decidido, sino para negociar condiciones, los empresarios de gran tamaño tienen sentido de la realidad y se adaptarán: saben  que lo público está en el horizonte, no en el pasado. Se agotó el espejismo del mercado sin estado.

Zacatecas vivirá tiempos aún más duros: el inminente colapso de maquiladoras que ocupan  zacatecanos de estados vecinos  ya se anuncia.  Estados Unidos ha perdido más de 16 millones de empleos en lo que va de la emergencia mundial ocasionada por el #coronavirus anticipando  la caída de  remesas que tanto significan para miles de hogares zacatecanos.

Con todo lo que implica la crisis derivada del súbito frenón de la economía,  gran porcentaje de zacatecanos no padecerá la angustia por la  caída, tienen muchos años viviendo la crisis, la falta de empleo no les es desconocida como tampoco el vivir alejados es escuelas, agua potable y clínicas de salud, para ellos y para los que la crisis arroja a la precariedad es indispensable una política de recuperación o adquisición de condiciones de mínimo bienestar, tenemos recursos laborales, una  deteriorada infraestructura productiva y cultura laboral susceptible de mejorar.

La crisis debe producir cambios en nuestra forma de vivir lo personal. Con inusitada claridad la realidad nos grita que la obesidad es un problema, que el consumo de azúcares, de grasas, de alcohol y de tabaco es evitable con fuerza de carácter. Pero hay otras dimensiones de la existencia en donde también habremos de esforzarnos para recuperar como virtud cotidiana el sentido de la cooperación, de comunidad, de trabajo en equipo.

Las virtudes de la unión 

Si los concesionarios del transporte en taxis y camiones unieran sus posibilidades para acceder a servicios mecánicos, compra de refacciones al mayoreo, créditos para reposición de unidades etcétera, la lógica cooperativa les abriría promisorias oportunidades, la misma lógica de cooperación es pertinente para los ganaderos, los productores de uva, durazno, guayaba y las empresas de mezcal.

Cuando habitantes de un mismo rumbo tienen que trasladar a sus hijos  a la misma hora y a la misma escuela que sus vecinos, suelen pactar que una semana le toca a uno y así sucesivamente. En estos momentos en nuestros barrios, si alguien tiene que salir a comprar le pregunta a los vecinos qué se ofrece para que sea uno solo el que vaya de compras, ese es el espíritu que hace un lado al individualismo que en tiempos normales nos induce a rascarnos con nuestras propias uñas y en tiempos de crisis a  que se salve el que pueda.

El individualismo explica que un puñado de adinerados deposite 76 mil millones de dólares en bancos estadunidenses y que 15 megaempresarios deban 50 mil millones de pesos, mientras litigan en espera de que retorne el trato  apapachador.

Extraviamos una superior cultura alimenticia en aras de la comida chatarra, estamos a tiempo de recuperarla. También la tradición solidaria, de comunidad, que ponía a todos los campesinos a buscar la vaca que se perdía, esa cultura solidaria que generaba coleadores y jaripeos, bailes y tardeadas para concretar una aspiración comunitaria que bien podía ser un templo, aula escolar o clínica de salud y, no pocas veces para pagar el costo de una operación de alguna viejita sin familia.

A nuestros antecesores en la vida no se les cerraba el mundo, a los políticos pedían cosas para la comunidad, no para el individuo, eso hasta que llegó la compra del voto.

Los ojos a lo local

Zacatecas tiene un territorio con enorme variedad de posibilidades productivas, ubicación geográfica muy desaprovechada, nos hace falta tren, carreteras, obras hidráulicas y cobertura educativa con sentido de pertinencia regional, hay bosques por recuperar y preservar, fauna silvestre y riqueza mineral.

Generamos riqueza que se nos va como agua, (la prosperidad de Aguascalientes es impensable sin los zacatecanos compradores y trabajadores).

Menos individualismo y más localismo es la fórmula a seguir. Nos equivocamos al depositar expectativas en el arribo de grandes inversiones mientras los estados vecinos nos comían el mandado dejándonos la tarea de aportar mano de obra barata y consumidores.

Sin exclusivismos insanos, es momento de lo local.




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