

José Luis Medina Lizalde.
Algunos dueños de importantes medios tradicionales de comunicación son balconeados en sus quebrantos económicos por sus competidores.
Inexplicablemente, los empresarios de la información no disputan el mercado con productos de calidad informativa, la frecuencia con la que se refritean unos a otros (nado sincronizado) indica que ni siquiera compiten entre sí por el favor del público.
Algunos dueños de importantes medios tradicionales de comunicación son balconeados en sus quebrantos económicos por sus competidores, como recién le sucede a Manuel Arroyo, dueño del Financiero, al que según Federico Arreola, citando al diario Reforma, un juez de Estados Unidos le impone el pago de 200 mil dólares por cada día que desacate la orden judicial de dejar de usar la marca Fox en sus canales deportivos, lo que se suma al adeudo del citado Arroyo con el propio Arreola para saldar un litigio que le ganó al Financiero.
Las empresas que cotizan en bolsa buscan la máxima discreción legalmente posible de su situación financiera por los efectos en el precio de sus acciones, lo que explica lo escueto de la información de que Eduardo Tricio, del emporio lechero “Lala” es ya de los mas importantes accionistas de Televisa. Los Vázquez Raña se deshicieron de Ovaciones, especializado en la información deportiva.
Como fenómeno mundial, el primer aviso de que algo cambió en el entorno comunicacional lo detonó la crisis de 2008, que retó la sobrevivencia del considerado diario global más importante del mundo, el New York Times, al que el mexicano Carlos Slim le arrojó un salvavidas con millonaria compra de acciones.
Las empresas informativas mexicanas no se dieron por enteradas debido a que en esos momentos se beneficiaban del proteccionismo formal e informal del régimen, mismo que perduraría hasta la conclusión del período de Peña Nieto.
López Obrador canceló el subsidio desmesurado del que se beneficiaron los dueños de radiodifusoras, canales televisivos y medios impresos y que los malacostumbró a depender, al mismo tiempo que se les garantizó la plena libertad de expresión.
Lo llamativo de la situación es que el empresariado del ramo no reacciona al más dramático cambio de contexto comunicacional desde la invención de la imprenta, determinado por las redes digitales y por el cambio del contexto político que significó la gestión obradorista.
Mantienen a las mismas caras al frente quienes operan como si la camiseta que portan cuando hacen montajes, mienten y distorsionan, no fuera camiseta de la empresa que les da tribuna.
El poder público no recurre a tribunales, solo a la réplica, el particular agraviado litiga su caso y el público se aleja cuando el medio deja de satisfacer sus expectativas.
¿Anabel Hernández no afectó comercialmente a los medios electrónicos donde participaba?
¿Raymundo Rivapalacio no embarra al Financiero que le publica sus invenciones?
Si no es para competir por el público ¿Para qué son contratados en Televisión Azteca?
Muchos celebran jocosos que Simón Levi, pusiera en evidencia a periodistas que se prestaron a la tentativa de engaño, que negaba su arresto en Portugal y su condición de sujeto a medidas cautelares en espera del fallo sobre una extradición judicial a nuestro país, pero no fue solo los que lo entrevistaron simulando encontrarse en ese momento en Washington después de salvarse, decía, de un atentado a balazos, los que quedan exhibidos por su falta de confiabilidad como informadores sino todos los actores políticos y los conductores de radio y televisión, columnistas de medios impresos y digitales que difundieron sus patrañas a sabiendas.
Los simples mortales sabemos distinguir entre la mitomanía inofensiva de quien “echa mucha crema a sus tacos” para impresionar y la mitomanía del que daña vidas y honras para ganar la atención del que tiene enfrente y que la sabiduría popular lo moteja de “víbora” al que hay que tratar con pinzas.
A pesar de eso, Simón Levi tuvo quien le difundiera sus obvias mentiras de órdenes de aprehensión, visas canceladas e investigaciones en curso a sabiendas de que provenían de un enfermo mental sometido a tratamiento siquiátrico según lo hizo saber el mismo.
Los tribunales franceses atienden una demanda millonaria, de la esposa del presidente Macron a los medios que publicaron que ella nació hombre y que luego se operó, medios como el Washington Post gastan más en abogados que en periodistas para defenderse de las demandas de Donald Trump.
Durante muchos años los dueños de comunicación se beneficiaron de un poder judicial mas inclinado a quedar bien con ellos que con algún demandante particular ¿Dan por hecho que no habrá cambio de la política judicial hacia la imparcialidad?
El desinterés empresarial por la disputa del mercado de la información veraz y oportuna dejó de ser un revés significativo a la democracia, eso ya los rebasó.
Es balazo en el pie.
Nos encontramos el jueves en Recreo