Los inrrelegibles

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

La reelección consecutiva en puestos de elección popular hace necesaria la evaluación de desempeños de conjuntos y de individuos que desempeñan un cargo y están en posibilidades de repetir: los cabildos municipales, congresos locales y federal deben ser motivo de balance ciudadano, también las individualidades que los integran, cada regidor, síndico, presidente municipal, legislador local … Leer más

La reelección consecutiva en puestos de elección popular hace necesaria la evaluación de desempeños de conjuntos y de individuos que desempeñan un cargo y están en posibilidades de repetir: los cabildos municipales, congresos locales y federal deben ser motivo de balance ciudadano, también las individualidades que los integran, cada regidor, síndico, presidente municipal, legislador local y legislador federal deben ser “pasados a la báscula” cuantitativa y cualitativa.

Los progresos organizacionales permiten el puntual registro de asistencias, puntualidad, participaciones, honestidad en manejo de recursos públicos, cumplimiento de acuerdos, sentido de cada voto, iniciativas y demás formas de acreditar cumplimiento de deberes, pero más allá de lo meramente cuantitativo, habrá que valorar la afinidad con el tipo de intereses que cada acto pone en juego.

La evaluación social, libre e informada es fundamental para que la relección no se convierta en rutina, pues habrá quién acredite la conveniencia pública de seguir contando con sus valiosos servicios y habrá quienes demostraron no estar a la altura de la encomienda que recibieron.

La primera línea de evaluación es la de los compañeros de partido de cada ocupante de cargo de elección en aptitud de reelección, todo militante tiene la obligación de valorar si el político sometido a examen ha sido congruente con los principios de su partido y comprometido con el interés general, el desempeño de cada regidor, legislador o edil debilita o fortalece a su instituto político, brinda motivo de orgullo o de vergüenza a su respectiva militancia.

La otra línea de evaluación  es la del  derecho a valorar desempeños públicos independientemente de pertenencias partidarias, tal ejercicio genera mejores políticos, mejores gobiernos, mejores destinos colectivos.

Para saber quién es quién en el desempeño de responsabilidades públicas, los mexicanos contamos con ventajas inexistentes: hace poco tiempo empezando por las normas que regulan la vida pública obligando a dejar y conservar constancias de lo actuado, sumándose a las ventajas, las normas de transparencia y acceso a la información pública. La evolución tecnológica permite ahora desde la comodidad del hogar escudriñar lo que se hace y se deja de hacer en las esferas del ejercicio público entre las cuales se incluyen a los reelegibles.

A diferencia de las democracias parlamentarias, en México le adjudicamos todo lo bueno o lo malo que opinamos sobre un período gubernamental a quien encabeza la administración pública en cada nivel de gobierno; tal enfoque es a estas alturas obsoleto, pues la redistribución de facultades en el aparato de estado ha consolidado autonomías que suelen ser ignoradas en el discurso político: algo semejante ocurre con cabildos y legislaturas, pues a pesar de existir desde los principios de la República, las legislaturas carecen de la atención pública que atraen los presidentes municipales, gobernadores y presidentes de la República a pesar de que todos proceden del sufragio ciudadano.

Afinemos la puntería

En 2021 votaremos acicateados por la urgencia de bajar el costo de los gobiernos para liberar recursos en favor de los gobernados; muchos de los que serán candidatos podrán salir del paso ofreciendo pugnar por bajar los sueldos y funcionar con austeridad, aunque solo lo digan de boca para afuera, pero los que buscan reelegirse no tendrán esa posibilidad porque han estado en el cargo mostrando su verdadera posición a ese respecto, seguramente los candidatos a todos los cargos elegibles portarán el discurso de la honestidad, la transparencia y la rendición de cuentas, pero los que se van a reelegir ya no están en condiciones de solicitar el beneficio de la duda porque ya demostraron con sus acciones y omisiones que es lo que verdaderamente orienta su conducta.

Hay un hecho a considerar: la evaluación sobre nuestros políticos es cosa de todos los días, tenemos opiniones favorables y desfavorables en torno a personas concretas con responsabilidades públicas concretas, solo que los dictámenes evaluatorios no trascienden,  se quedan en  buena o mala reputación que no cuentan ni para bien ni para mal, así hemos visto a quienes después de un brillante y ético desempeño no reciben respaldo para continuar y conocemos también los casos de verdaderos ineptos y rufianes que saltan con facilidad de un cargo a otro, de una elección a una reelección ¿cómo hacer para que cuenten los méritos y los deméritos?, en mi opinión: llenando los vacíos dentro del marco jurídico que hacen posible que los cínicos tengan larga vida en la política.

Tuvieron su oportunidad

Mientras se perfecciona el marco jurídico, los mexicanos tenemos el voto como herramienta útil para no reelegir a los que han vendido sus votos o utilizado facturas falsas, a los que solo cobran y no trabajan, a los que sirven a caciques traicionando su función para escalar puestos.

La reelección no debe ser para todos.




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