
José Luis Medina Lizalde.
El Mayo Zambada es estrella efímera del engaño de moda, su pactada admisión de culpa da contenido al mensaje de poderío que demanda el ego de Donald Trump.
¿Alguien creé posible que Ismael Zambada acumulara 15 mil millones de dólares que habrá de entregar a la justicia de Estados Unidos para no enfrentar el juicio que lo exponga a la pena de muerte?
¿Es verosímil que en 50 años introdujera millón y medio de toneladas de cocaína a los Estados Unidos, equivalente a 92 diarias?
¿Un campesino iletrado como él puede estar a la cabeza de una actividad económica ilegal y trasnacional de enorme complejidad?
El narcotráfico da vida a la industria del engaño colectivo que le da perdurabilidad.
El Mayo Zambada es estrella efímera del engaño de moda, su pactada admisión de culpa da contenido al mensaje de poderío que demanda el ego de Donald Trump y se recicla el uso del tráfico de drogas para herramienta política, finalmente, para eso Richard Nixon, desde los años setenta, declaró la guerra al narcotráfico.
El uso político del tema en México tuvo su acto estelar el 11 de diciembre de 2006, cuando Felipe Calderón no terminaba de acomodar los muebles en la residencia de Los Pinos y declaró la guerra al narcotráfico como fórmula de legitimación equivalente a la empleada por Salinas de Gortari con la invención de delitos y consecuente aprehensión de todos los secretarios seccionales y dirigentes nacionales del poderoso sindicato petrolero bajo la férula de Joaquín Hernández, (La Quina).
El presidente Richard Nixon dio la voz de arranque en la utilización del narcotráfico para imponer los intereses de la Casa Blanca a otros países, sus sucesores financiaron con las utilidades a los “contras” que quisieron derrocar al sandinismo en Nicaragua, para capturar al presidente panameño Manuel Antonio Noriega y recuperar a ese país para sus fines, para promover y derrocar gobiernos en Perú y Bolivia, para intentar matar a Fidel Castro en acuerdo con el capo Sam Giancana, para instalar 7 bases militares en Colombia y ahora para negociar con México instalando la amenaza de intervención militar.
La fabricación de percepciones es tan trasnacional como el narcotráfico, a la cabeza de la misma está el cine de Hollywood y las series de televisión.
Hay dos tipos de forjadores de falsas percepciones que se nutren recíprocamente, el de la ficción explicita que produce películas, series televisivas, novelas y corridos. El escritor Arturo Pérez Reverte es su prototipo.
El agente consciente de engaño se disfraza de experto inventando fuentes para vender mentiras en libros, textos periodísticos, “asesorías” y conferencias. Anabel Hernández es quien mejor lo representa.
Hay otros que son peores, los que convalidan las versiones de la delincuencia organizada que mejor acomoda a sus intereses, son los políticos profesionales que no obtienen ganancias económicas directas como los antes mencionados, sino que disputan el poder político lucrando con el dolor humano que provoca la actividad criminal, son los que no vacilan en difundir lo que a los intereses de Washington conviene.
Esperaban que la audiencia de Zambada sirviera para que el gobierno de Trump arremetiera contra lo que ellos acusan de narco-gobierno, que el famoso reo dijera que financió la campaña de Claudia Sheinbaum tal como impunemente lo dice una y otra vez Anabel Hernández en el espacio de Carmen Aristégui, pero una vez más se quedaron con las ganas, la declaración de Pamela Bondi fue de reconocimiento al gobierno mexicano y equiparó a García Luna con el Chapo y el Mayo.
Imposible negar que el gobierno de México combate más el narcotráfico que el de los Estados Unidos, que pone en práctica a la estrategia que empezó disolviendo tumores cancerosos que infestaron las corporaciones responsables de combatirlo, que reformó la constitución y las leyes para fortalecer la musculatura del régimen frente a tan pavoroso poder fáctico y que ha sabido contener el crecimiento del mercado nacional de la droga mediante una política de salud pública contra las adicciones que mucho falta hace a los gringos.
Para desgracia de opositores que se ofrecen de tapete de Washington como Lilly Tellez, Alito Moreno y varios más, ha quedado claro con la deportación de 50 jefes del narcotráfico que es el poder judicial defendido por ellos el que ampara una y otra vez a los capos requeridos por la justicia de los Estados Unidos y que la presidencia de la República no tiene ningún inconveniente en que digan lo que saben ante ellos.
El Mayo reconoce 50 años de corruptor de políticos, con eso derrumba la narrativa que sostiene que fue la estrategia de “abrazos, no balazos” la que creó el monstruo.
¿De qué partido son los exgobernadores encarcelados o prófugos? ¿De qué partido es el que cobró 20 millones de dólares por poner a García Luna al frente?
Nos encontramos el lunes en Recreo