
José Luis Medina Lizalde.
En política cada cambio desplaza, cuando el cambio es a fondo desplaza más a más.
Los más relevantes abogados de empresa aconsejan estrategias jurídicas renovadas a sus poderosas clientelas, no resisten el cambio, se adaptan al mismo.
En política cada cambio desplaza, cuando el cambio es a fondo desplaza más a más, la élite porfiriana vivió su desplazamiento en el exilio, la mayoría de los que regresaron lo hicieron durante el mandato del General Cárdenas en respuesta a su política de conciliación, son los historiadores los que dan cuenta cómo vivieron su cambio de condición, a diferencia de ahora, cuando los desplazados no viven su nueva condición en el exilio.
La entronización del neoliberalismo en México no expulsó a élites sino a mexicanos de estratos bajos que emigraron a Estados Unidos en proporción sin precedente.
El perfil de los desplazados por el Obradorismo son de otro perfil al del colapso del porfiriato y al del modelo vigente de Miguel de la Madrid a Peña Nieto.
El término “desplazados” no se reduce a los ocupantes de cargos públicos de élite, incluye, entre otros, a los que acumularon fortuna sin pagar impuestos, los que obtenían contratos ventajosos mediante sobornos bien direccionados, los que se enriquecieron como proveedores fraudulentos de lo que los gobiernos adquieren, los que en vez de esmerarse en la productividad de su empresa aprovecharon la política salarial restrictiva en extremo con dedicatoria a las inversiones extranjeras.
En los desplazados no se incluye a los que pudiendo eludir el pago de los impuestos no lo hicieron o corrigieron una vez que semejante “facilidad” termina ni a los que compiten por los contratos con todas los de la ley, tampoco a los empresarios que no pierden de vista que de la productividad depende el éxito y no de los bajos salarios.
A pesar de que algunos amagaron con marcharse a otro país no lo hicieron, algunos se adaptan al cambio, otros no pierden la esperanza del retorno.
Hay una diferencia abismal entre el cambio que se conquista con las armas y el que se obtiene con el voto porque no es la cárcel ni el paredón el destino de los perdedores reacios a aceptar la nueva realidad, cuando los cambios son pacíficos y la voluntad mayoritaria es la que decide, la lucha no es por vencer, es por convencer.
Este primero de septiembre es un parte aguas en la historia de México cuando rinde protesta el primer pleno de la SCJN que emerge de las casillas electorales ciudadanas por primera vez en México y en el mundo, somos el primer país que integra a la totalidad de los poderes de estado mediante el voto ciudadano. Es el remedio mexicano para liberar al poder judicial del secuestro de las élites y hacer verdad el principio que establece que todos somos iguales ante la ley.
Hay focos de resistencia destinados a evaporarse, renuncian a ganar mayoría cuando optan por Iberdrola y no por la CFE, cuando se suman a los que desde los Estados Unidos alientan la intervención militar en México, alineándose al bloque político que persigue a nuestros compatriotas para deportarlos o encarcelarlos.
La transformación en curso no cancela la voz de los desplazados como sucede con las revoluciones armadas, no solo tienen garantizada su plena libertad de expresión sino a Televisión privada de su lado, con todo y la emocionalidad verbosa de Televisión Azteca y los espacios digitales de Alazraki y similares, tal privilegio nunca tuvieron los republicanos sobrevivientes a la victoria de Francisco Franco o los allendistas después de Pinochet.
El problema de los que se proclaman ser de la resistencia estriba en que no saben usar tan envidiable ventaja, no se dejan ayudar.
La Revolución Cubana mandó al exilio a sus élites desplazadas, pasó lo mismo con los somocistas al triunfo sandinista. No es el caso de Brasil dónde parte de las élites desplazadas por el gobierno progresista luchan por convencer al electorado de que su retorno pleno es lo mejor, otra parte de las mismas no encuentra incompatibilidad entre la aspiración justiciera de Lula y su existencia empresarial.
México no reprime encumbrados, ningún individuo de la élite padece persecución por serlo, solo que ahora sus derechos ciudadanos valen igual que los del mesero que le atiende.
Las élites que resisten el cambio viven la desgracia de que para el común de la gente “Alito” Moreno los representa.
¿A quién culpar? En mi opinión a Aguilar Camín, Ciro Gómez Leyva, Azucena Uresti y todos los que intentaron tapar el video con un dedo.
No advierten lo contraproducente de la falsedad.
Usan la libertad de expresión que la constitución les otorga como el dinero que gasta el adolescente mal educado en su propio perjuicio.
¿No creé?
Nos encontramos el jueves en Recreo