Logo Al Dialogo
El recreo

Hasta luego, setentero

Hasta luego, setentero

José Luis Medina Lizalde.

El más viejo recuerdo que de él guardo es leyendo poemas de denuncia trepado en una silla en la Avenida Hidalgo.

J. Luis Medina Lizalde
|
24 de julio 2025

El llorado universitario poeta zacatecano José de Jesús Sampedro nos deja cuando la libertad de manifestación da cuenta del profundo cambio cultural que significa la celebración anual pacífica y respetada de la marcha consagratoria de la libertad sexual, en donde concurren quienes han conquistado el derecho a su libre preferencia.

Sampedro luchó por la libertad.

Quién lo dijera, el fructífero promotor cultural muere cuando la intolerancia dejó de provenir de las autoridades y de la sociedad para emanar de quienes participan en los actos cubriéndose el rostro, algo que, para fortuna de los zacatecanos no se practica con la virulencia y frecuencia de las ciudades grandes, como sucedió el pasado domingo en la Ciudad de México, dónde los encapuchados destrozaron y quemaron libros y vandalizaron un museo.

El más viejo recuerdo que de él guardo es leyendo poemas de denuncia trepado en una silla en la Avenida Hidalgo, misma que cambiábamos de lugar tantas veces como podíamos antes de que los “cuicos” de la presidencia municipal nos “convencieran” de retirarnos.

La primera manifestación a la que asistimos juntos fue de más o menos entre siete y diez que hicimos el recorrido que se volvería rutina durante décadas y que partía del monumento a López Velarde ubicado a la entrada de la ciudad procedente de Guadalupe hasta la Plaza de Armas. Fuimos muy pocos los que cumplimos el plan acordado por muchos más debido a la atmósfera de temor que imponían los militares que rondaban en vehículos de color verde olivo en silencio y sin siquiera voltear a mirarnos, conmemorábamos el segundo o tercer aniversario del asesinato del Ché Guevara, meses antes de que naciera, bajo el impulso del poeta, el periódico mimeografiado “Higueras, comienza la leyenda” dando arranque al culto de mi generación del revolucionario universal.

La generación de Sampedro tuvo que recurrir a “las pintas nocturnas” y volanteo, los medios de comunicación permanecían cerrados a nuestros afanes y si se veían forzados a tocar el tema era para mentir e insultar a los rebeldes sociales.

Escribir y promover

Sampedro encontró en la escritura su herramienta de lucha, afiliado en su temprana juventud al partido comunista no se dejó envolver en luchas facciosas o duelos de ego que tanto lastran a la izquierda, su calidad poética fue advertida por sus pares y su calidad escritural lo hizo miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, compartiendo tal honor nada más y nada menos que con Mauricio Magdaleno, otro zacatecano memorable

La centralidad cultural que distinguió a la UAZ durante los años setenta y ochenta del siglo pasado no se explica sin Sampedro dado que no solo fue un cultivador de la ´poesía sino un abnegado y persistente promotor cultural como pocos ha habido, fue el inspirador de los cafés literarios en el auditorio al que esa generación dejó de llamar Cervantes Saavedra para bautizarlo como Genaro Vázquez, en ese recinto los universitarios escuchamos embelesados a Alejandro Aura, Gerardo de la Torre, René Avilés Fabila, Efraín Huerta y sus maravillosos “poe-mínimos”.

Forjó el taller literario “José Revueltas” del que salieron plumas de la calidad de Jorge Salmón. La juventud de entonces tuvo enriquecedor contacto con José Agustín, Carlos Monsiváis lúcido e implacable crítico, José Emilio Pacheco, para solo mencionar unos cuantos.

Las revistas “Dos Filos” y “Corre Conejo” dan testimonio de su generoso afán de compartir, hizo proezas para mantenerlas en circulación a pesar del decaímiento del interés cultural que se apoderó de la vida universitaria y del que aún no logra salir del todo.

Con su iniciativa de honrar al por muchos años olvidado Ramón López Velarde mediante el premio nacional que lleva su nombre, le dejó a la universidad el más relevante modo de proyectarse ante la comunidad cultural nacional e internacional.

La burocracia universitaria le fue ingrata, además, fui testigo de la hediondez que se impuso en la legislatura cuando le negó el pago de una factura de publicidad, quién ordenó no previó que los diputados no considerarían de interés el público de revistas culturales.

Setentero hasta el final

Las generaciones no son uniformes en el modo de vivir la vida, pero a los setenteros nadie nos arrebata el orgullo de tener en Sampedro como digno exponente de nuestros sueños y flaquezas.

Nunca fue desleal con sus convicciones, respeto la de otros e hizo sentir como su hermano al que compartía sus ideales de justicia y democracia de verdad.

El reconocimiento como poeta, como incansable promotor cultural, lo tuvo en vida a pesar de que nunca lo buscó.

La vida de congruencia con los ideales que internalizó en su juventud es su legado moral.

Prefirió ser, no tener… y vivió feliz.

No cualquiera.

Nos encontramos el lunes en Recreo

reproductor
Tik tak zac S.A. de C.V.- De no existir previa autorización por escrito, queda expresamente prohibida la publicación, retransmisión, edición y cualquier otro uso de los contenidos de este portal.