

José Luis Medina Lizalde.
Una presidenta débil no podría impulsar la fabricación de semi conductores a sabiendas de que a los gringos no les gusta.
El mensaje repetido que busca convertirse en creencia (falsa) es que la presidenta está sola, que AMLO la subordina, que tiene que tolerar a políticos de su propio partido con agenda propia pero los hechos demuestran lo contrario, lo que vale preguntarnos ¿Es bueno a malo para México una presidenta fuerte? ¿Perú es fuerte teniendo presidencia débil?
Una presidenta débil no podría derribar el cerco judicial protector de los capos extraditables, de los grandes evasores fiscales, de los acaparadores de agua, de los reductos de burocracia dorada, de los adictos a la reelección sin resultados y al nepotismo descarado.
Tampoco se mantendría firme ante campañas de odio y de mentiras en radio, televisión, periódicos y redes hasta que se convenzan de que solo legitiman al poder que atacan.
Una presidenta débil no podría impulsar la fabricación de semi conductores a sabiendas de que a los gringos no les gusta, ni ser una voz contra los bloqueos ni intervenciones, ni poner en práctica la estrategia propia contra el crimen organizado con coordinación sin subordinación.
¿Una presidenta débil se hubiera atrevido a condicionar al embajador de Estados Unidos Ken Salazar a notificar con antelación ante la Secretaría de Relaciones Exteriores sus desplazamientos y encuentros con funcionarios mexicanos?
Es fortaleza y no debilidad reconocer a AMLO sin complejo de inferioridad, como es fortaleza y no debilidad no reprimir a quien la ofende ni proceder contra quién miente, limitándose a expresar su propia versión de los hechos con firmeza y sin la vulgaridad con la que es aludida por sus “críticos”.
Una presidencia fuerte coadyuva: A la estabilidad del peso, récord de inversión extranjera directa, el mayor nivel de reserva de divisas de la historia, infraestructura para el desarrollo sin pedir prestado ni sacrificar gasto en salud, educación y programas sociales, además de incremento de las exportaciones y negociaciones comerciales complejas con resultados, todo eso en tiempos de Trump.
Una presidencia fuerte no es la que impone intereses personales sino la que hace acatar el orden normativo y la voluntad mayoritaria, la que no solo tolera sino que garantiza la libertad de quienes no coincidan con su propia visión.
La presidenta es fuerte porque recibió el apoyo contundente de los votantes a su propuesta explícita de continuidad ¿Qué les hizo suponer que rompería con López Obrador?
La derecha mexicana perdió respaldo del sector empresarial que alguna vez tuvo, la colaboración con la Cuarta Transformación generó oportunidades de inversión privada y la estabilidad de la macroeconomía que el prianismo no les dió ¿No es cómico que acusen de comunista al gobierno que consulta sus decisiones de gran alcance con el sector privado como nunca antes? ¿qué se asume defensor de sus intereses legítimos frente al embate exterior jefaturado por Trump?
Nunca entendieron que los dueños de riqueza bien habida jamás estarán conformes con los que tienen riqueza mal habida, evidencia de ello es el frio empresarial que rodea al evasor de impuestos, al lavador de dinero, al creador de empresas fantasmas.
Es muy revelador el hecho de que los primeros en difundir su descontento por el remplazo del fiscal Gerzt Manero hayan sido Salinas Pliego y Alito Moreno, secundados inmediatamente por el prianismo partidista y mediático que antes lo acusaban de no dar resultados, su inacción les fue funcional.
Ernestina Godoy se ganó el reconocimiento como la mejor fiscal de la historia en su paso por la Ciudad de México, está llamada a impulsar la extinción que esperamos definitiva, de los restos de intocables, entendiendo ´por tales a los que su riqueza personal o su poder político o ambos les ha servido para burlar la ley, no es casual que la CONCAMIN, órgano empresarial de los más connotados, sea el primero en manifestar su beneplácito por su probable nombramiento como nueva Fiscal de la república.
En México está al mando un poder transformador que requiere fortaleza para vencer resistencias de poderes fácticos, los que tienen intereses contrarios saben que un poder difuso, rehén hasta de los aliados como cuando Fox gobernó, no cambia nada, dicen que no es sano el poder fuerte para la democracia porque no pueden decir que no es sano para sus intereses personales, pero es todo lo contrario. Los gobernantes débiles son los adornos de las sociedades bajo la ley de la selva.
Un estado débil, empezando por la presidencia, es funcional a los poderes fácticos, lo mismo si se trata del crimen organizado que de detentadores de privilegios.
Un estado fuerte es democrático y ajustado a derecho, un estado débil reprime y corrompe para prevalecer.
Ser democrático reclama fortaleza para cumplir y hacer cumplir la Constitución y Claudia la tiene.
Nos encontramos el jueves en Recreo