Algo estamos haciendo mal

José Luis Medina Lizalde.
José Luis Medina Lizalde.

No se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío sino de verlo tal como está.

Escribo impactado por la muerte de los jóvenes secuestrados el domingo en Malpaso, Villanueva Zacatecas.

Poniéndome en los zapatos de los que pueden y quieren ser parte de la solución y no del problema, sostengo la urgencia de dar un viraje en la política estatal de seguridad con la adopción de las siguientes medidas: Limpia exhaustiva de los que desde adentro colaboran con los de afuera. Rescatar de la precariedad a los cuerpos de seguridad municipales y estatales. Utilización óptima de los efectivos de seguridad de los tres niveles de gobierno, lo que significa no distraer elementos con excesiva custodia a jefes, ceremonias oficiales, actos particulares de servidores públicos y como escoltas de influyentes. Atajar por diversos medios el crecimiento de las adicciones haciendo conciencia de que hacen crónica la violencia episódica.  Dar a conocer los móviles de los actos criminales que constan en las investigaciones, origen geográfico de víctimas y delincuentes, modus operandi y destino final de los sustraídos cuando sea del conocimiento de la autoridad, esto último obedece a mi convicción de que la lógica de la violencia debe ser comprendida no solo por el gobierno sino por la gente, solo así todos seremos parte consciente de la solución}.

El crimen organizado actúa políticamente con la confianza de que sus crímenes tienen garantizada la resonancia propagandística de mayor alcance por la línea editorial dominante.

Cuando los medios guardaban silencio, las bandas del narcotráfico no se metían con la población ajena a sus actividades y las autoridades no se sentían presionadas a actuar en su contra en la medida en que además de no generar violencia, sus nocivos productos no eran para el entonces raquítico consumo local, pero eso ya es pasado, ahora las drogas son solo una de las múltiples actividades de la industria criminal.

Hay dos narrativas partidistas debatiendo sobre seguridad: la que corresponde al proyecto de nación que postula a Claudia Sheinbaum que enfatiza la atención a las causas y prioriza la inteligencia y la que Felipe Calderón puso en práctica a partir del once de diciembre de 2006 al ordenar la participación masiva de las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado.

¿Cómo y cuándo empezó todo?

En todo caso, ambas narrativas son inevitablemente partidistas pues servirán para que los proyectos confrontados ganen o pierdan electores, lo que es válido en toda democracia, solo que en la discusión pública del asunto, gobierno y medios de comunicación están obligados a conducirse con verdad al abordar la dinámica delictiva, sin incurrir en la negación ni en la sobredimensión de hechos para debilitar o fortalecer alguna de las narrativas.

No se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío sino de verlo tal como está.

Por el seguimiento periodístico que le he dado al tema desde los años noventa, tengo en mi memoria una gran cantidad de hechos tan o más graves que los que en estos tiempos se difunden profusamente hasta en los medios internacionales pero que no tuvieron la repercusión de ahora (El duro trance de los 7 jóvenes de Malpaso secuestrados por criminales me recuerdan los secuestrados en Estancia de Ánimas en 2011, a la vista de muchas personas. Nunca más se les volvió a ver).

Mientras uno comunique el vaso medio lleno y otro el vaso medio vacío, no abonamos a la comprensión de tan trágica realidad. unos no asumen no la gravedad que sugiere la denuncia contra el C5 por acoso sexual contra sus empleadas, que indica nula confiabilidad en una instancia clave para la seguridad o el paro de policías municipales de Ojocaliente en demanda de pago. Otros no ponderan el constante  descenso porcentual de homicidios que reporta INEGI ni la sostenida expansión de la cobertura policial en el territorio (aún insuficiente pero infinitamente mayor a la de hace pocos años)  ni el enorme salto cualitativo que se gesta mediante un C-5 de vanguardia tecnológica que según la información oficial potenciará  la vigilancia de los 58 municipios, la totalidad de las carreteras y los más grandes asentamientos poblacionales,  mediante la introducción de tecnología de vanguardia con cámaras de video vigilancia de última generación y drones no visibles.

Los malos pasos

El crimen organizado llegó a la cúspide del poder político como se hizo evidente desde que se descubre que el general Gutiérrez Rebollo, primer responsable del combate a las drogar, mantuvo nexos de complicidad con el “Señor de los cielos”.

Los políticos que quieran ser parte de la solución deberán ocuparse del tema permanentemente, conociendo como surgió y qué nos ha fallado en estos 15 años de infierno.

¿Cuándo dimos el mal paso?

El crimen organizado es actor político, más nos vale saberlo.

Nos encontramos el lunes en Recreo

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