Fallece doña Martha Rivera
A finales de la década de los 70” del siglo pasado surgió en la capital un restaurante de corte taurino propiedad de mi querido tío Don Gustavo Fernández y cuyo nombre fue “El Burladero. Primero estuvo en Independencia y luego en un edificio propiedad del doctor J. Carlos Perales Núñez en la céntrica avenida Hidalgo. … Leer más
A finales de la década de los 70” del siglo pasado surgió en la capital un restaurante de corte taurino propiedad de mi querido tío Don Gustavo Fernández y cuyo nombre fue “El Burladero.
Primero estuvo en Independencia y luego en un edificio propiedad del doctor J. Carlos Perales Núñez en la céntrica avenida Hidalgo.
Dentro de las actividades de promoción, con frecuencia se llevaban a cabo tertulias taurinas con la participación en muchas ocasiones del excelente aficionado Ramón Ávila Salceda.
Vecino de Aguascalientes y propietario de La Nueva York, tienda de ropa para caballero ubicada en la avenida Juárez, Ramón tenía una impresionante filmoteca taurina y se daba gusto en la proyección de un numeroso, variado y rico material fílmico.
En aquellos años la proyección se hacía utilizando un equipo que en pleno Siglo XXI pudiera parecer obsoleto pero no era así.
Su hijo Ramón Francisco Ávila Rivera era conocido como “Yiyo” y se encargaba de “montar” todo el equipo de proyección.
Ramón Jr. era un chiquillo que no llegaba a 10 años y tenía que hacer un enorme esfuerzo al lado de su papá para poder transportar 4 maletas con todo el equipo.
En efecto, había que instalar el proyector , ya fuera de 16 mm o el de Súper 8 , la pantalla, regulador, grabadora y cassetes de audio, , bobinas, extensiones y lo más importante, las películas.
Un servidor ya trabajaba en el periódico Momento y fui testigo cercano de aquellas tertulias amenas y educativas porque nos permitió conocer un material extraordinario no solo de faenas de matadores de toros mexicanos sino también españoles.
En esos años tuve la oportunidad de conocer al matrimonio de doña Martha Rivera y Ramón Ávila así como a su hijo ”Yiyo” , de esa manera nació una amistad que se acrecentó entre 1979 y 1988.
Fui invitado a formar parte del equipo de cronistas taurinos de una firma cervecera y en esos años trasmití las ferias taurinas de San Marcos en Aguascalientes y en otras plazas del país.
Ramón Ávila Salceda fue invitado por nuestro Productor Juan Francisco R. Valdivia a hacer comentarios de los festejos no solo en su tierra, también en SLP y algunas plazas zacatecanas y ello permitió fortalecer la amistad.
En nuestras estancias hidrocálidas siempre recibimos un trato amable y una excelente anfitrionía de parte del matrimonio Ávila/Rivera que con frecuencia nos recibía en su hogar en los altos de La Nueva York.
Veladas inolvidables escuchando la charla amena de Ramón quien nos invitaba a la sala de proyección para emocionarnos con las películas taurinas, enseguida el disfrutar de bebidas y viandas deliciosas preparadas por doña Martha destacando las “criadillas al vino blanco”.
La relación profesional con la firma cervecera concluyó pero nunca la amistad con la familia Ávila/Rivera en donde tuve la oportunidad de conocer a las hermanas de Ramón Francisco , Guadalupe, Martha, Lula y Rita Verónica quien por cierto radica en España desde 1999.
Además fueron numerosas las charlas con el tío Jesús, quien quiso ser novillero, amigo de los buenos y quien siempre me trató con mucho afecto.
El 25 de marzo de l997 murió Don Ramón pero su esposa mantuvo una gran entereza ocupando su barrera de sol en el tendido en la monumental hidrocálida y llena de orgullo apoyando a su hijo en la crónica radiofónica y televisiva.
En los últimos años hubo un quebranto en la salud de doña Martha quien la noche del pasado viernes fue llamada a la Casa del Padre.
La velación fue en una agencia hidrocálida, el sábado tuvo lugar una Misa de cuerpo presente en el Templo de San Antonio y sepultada en el Panteón de la Cruz al lado de su esposo.
Descanse en Paz doña Martha Rivera Espinosa y para Ramón Francisco “Yiyo” y hermanas nuestra respetuosa condolencia.
¡Descanse en Paz¡