Deseo por prepararse

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Una familia con tesón, perseverancia, trabajo, esfuerzo y una férrea convicción de superación lograron metas no imaginadas.

Con gratitud a Don Manuel Ruiz (+) y Jesusita Leija, Ángeles de la guarda.

Lluvia de recomendaciones del renuente padre y las devotas bendiciones de su madre acompañaron a estas cuatro hermanas al emprender el camino hacia la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

En su momento todas sintieron temor de enfrentar su vida con aquella imponente urbe, pero nadie lo dijo. Debían mostrar valentía y aplomo.

Angelina Torres Leos, la mayor había abierto la brecha. El recuerdo es perenne de cuando concluyó la secundaria y el futuro incierto la inquietaba. Un sentimiento de frustración asomó a su personalidad cuando su papá le dijo que su empleo en la mina apenas daba lo suficiente para mantener a la familia, con cierta dificultad. Ella comprendió y aceptó la respuesta a su petición porque veía los esfuerzos que hacía para mantener sus diez hijos.

Pero el destino cambia sin avisar.

En ese verano los visitó la tía Jesusita y la invitó a ir de vacaciones a Monterrey. Para sorpresa suya los papás accedieron.

Estando allá le preguntaron si deseaba estudiar. Podría vivir con ellos pues dos de sus hijos también cursarían el bachillerato. Ofrecieron el apoyo en alimentos, hospedaje y ayuda económica para pago de autobús urbano.

“En donde comen dos, comen tres”. También eran once de familia, así que había espacio para una más.

Asumió el compromiso de retribuir las atenciones presentando periódicamente las calificaciones siempre aprobatorias.

Reciclaba los cuadernos que sus primos dejaban con hojas limpias. Utilizaba el reverso de hojas de máquina de escribir que su tío desechaba en su trabajo y, en varias ocasiones, para ahorrarse el costo del traslado, caminó el trayecto a la escuela serpenteando calles y avenidas por más de una hora, en un ambiente de calor a veces de hasta 40° C,  temperatura característica de la Sultana del Norte.

Pensará quien esto lea que “En donde comen 12, pueden comer 13, pero ya serían 14, pues el corazón generoso de Jesusita, respaldada por su esposo, dio cobijo a otra chica provinciana. Juana, la hermana siguiente también deseaba prepararse y fue aceptada en la misma familia.

Cuando crecieron Lucía y Paulina se reunieron con el mismo fin. Angelina entró a trabajar, su tía orientó y ayudó con algunos artículos del hogar porque ya podían valerse por sí mismas y rentaron una casa para ellas cuatro.

Con tesón, perseverancia, trabajo, esfuerzo y una férrea convicción de superación lograron metas no imaginadas.

Asesora financiera en uno de los bancos fuertes del país; secretaria bilingüe; enfermera, maestra en telesecundaria y amas de casa, ostentan orgullosas sus títulos, son ejemplo en su dinastía.

Paulina había hecho un receso porque por votación y consenso decidieron que una de ellas regresaría a cuidar a su madre, durante el tiempo de recuperación de una intervención quirúrgica.

Es meritorio cuando una persona consigue mejorar su situación de vida. Mayor mérito tiene cuando se logra cohesionar un grupo de hermanos de manera solidaria y logran ese propósito.

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