Vivir con sensatez

Sigifredo Noriega Barceló.
Sigifredo Noriega Barceló.

¿Se puede caminar en la vida con las luces apagadas?   Desde que el ‘tengo o no tengo ganas’ hizo su aparición como el principal motor de la vida encontramos una gran cantidad de pilas descargadas y aceite quemado tirado en la calle. Por otra parte, cuando alguien quiere continuar caminando bien habla de la necesidad … Leer más

¿Se puede caminar en la vida con las luces apagadas?   Desde que el ‘tengo o no tengo ganas’ hizo su aparición como el principal motor de la vida encontramos una gran cantidad de pilas descargadas y aceite quemado tirado en la calle. Por otra parte, cuando alguien quiere continuar caminando bien habla de la necesidad de recargar pilas y de  llenar los frascos de aceite para lo que se ofrezca en el camino. La búsqueda de motivaciones sólidas para luchar y ‘salir adelante’ en la vida es señal de sensatez, prudencia, fidelidad.

No siempre salen las cosas como pensamos y deseamos. Estamos sometidos a diversos factores, unos dependen de nosotros, otros no están en nuestras manos. La experiencia de fragilidad y de inseguridad que estamos viviendo a causa de la pandemia puede llevarnos a diversos estados de ánimo. Las tentaciones a la evasión, la indiferencia, la irresponsabilidad… están presentes de diversos modos. A veces sentimos y pensamos que ya no podemos más; nuestra esperanza con sus esperas se debilita.  El aceite de la vida está agotado o por agotarse. Ante esta situación algunos dejan apagar la lámpara de la fe. No encuentran sentido a lo que pasa, ni tienen fuerzas para esperar más.

El evangelista Mateo ve, posiblemente, signos de este tipo en la comunidad cristiana en la que sirve y alerta sobre lo que puede pasar si no hay fe en Dios, previsión y sensatez en la espera. En la parábola de las diez doncellas invitadas a la boda el énfasis se pone en la forma de esperar al novio/esposo. Aunque las diez llevan el vestido de bodas y cargan con sus lámparas, no todas llevan la reserva de aceite. Solamente las jóvenes sensatas y prudentes pueden participar en la fiesta; las otras no. Un pequeño descuido puede traer graves consecuencias.

A unos días de terminar el Año Litúrgico 2020 y con la pesadez del repunte de contagios el mensaje es claro: la sensatez es expresión concreta del sentido común de la fe, de una voluntad previsora, de nuestra generosidad solidaria. Lo contrario sería terca necedad, superficialidad frívola, imprudencia fatal. La preparación para salir al encuentro del novio/esposo (Cristo)  no es un asunto de última hora. Tampoco podemos esperar que otros salgan al quite en el último momento. Mantener la lámpara encendida, con su respectiva reserva de aceite, es hacer que la fe se convierta en motor de una esperanza responsable. Nadie debe suplir. La experiencia nos enseña que las constantes suplencias generan eternas irresponsabilidades y enfermizas dependencias.

La lámpara para salir al encuentro con Cristo en la vida y en la muerte se encendió el día de nuestro bautismo. Si crecemos y nos educamos en la fe, participamos en los sacramentos, practicamos la caridad solidaria como estilo de vida, tendremos la reserva de aceite en/para cualquier circunstancia. Entonces la sensatez se convertirá en corresponsabilidad, la esperanza se cumplirá y el amor moverá los corazones en la misma dirección de las previsiones.

Con mi afecto y bendición en tiempos de necesarias restricciones.

*Obispo de Zacatecas




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