
Saúl Monreal Ávila, docente de la Unidad Académica de Derecho de la UAZ.
La Independencia fue, en esencia, un grito de autodeterminación y fue el repudio a que otros dictaran el rumbo de nuestra tierra, de nuestras leyes y de nuestra gente.
Amigas y amigos que nos siguen en este espacio de opinión, les saluda con gusto su amigo, Saúl Monreal Ávila, cada septiembre, la memoria nacional se enciende con la conmemoración de nuestra Independencia y es que no se trató solo de una rebelión contra un imperio extranjero, sino de una rebelión colectiva, se trató de la convicción de que los mexicanos somos capaces de decidir nuestro propio destino sin la tutela de nadie, el cura Hidalgo, Morelos, Guerrero y tantos otros nos legaron no solo un país libre, sino una vocación de soberanía que hoy sigue siendo vigente y necesaria.
La Independencia fue, en esencia, un grito de autodeterminación y fue el repudio a que otros dictaran el rumbo de nuestra tierra, de nuestras leyes y de nuestra gente, por ello, cada aniversario nos recuerda que México no admite injerencias extranjeras ni presiones de quienes, desde dentro o fuera, pretenden subordinar nuestros intereses nacionales a poderes ajenos, esta reflexión adquiere especial relevancia en la coyuntura actual, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabeza con firmeza la defensa de nuestra soberanía frente a las nuevas presiones provenientes del gobierno de Estados Unidos.
Hoy, como hace más de dos siglos, hay quienes, desde la oposición, los mismos conservadores de siempre, vestidos ahora con los colores del PAN, del PRI o de ciertos liderazgos mediáticos, intentan socavar el proyecto de transformación nacional. No solo cuestionan con desdén los logros alcanzados, sino que, con irresponsabilidad histórica, han llegado a solicitar que instancias extranjeras intervengan en los asuntos internos de México. Nada puede ser más traidor al espíritu de Hidalgo y Morelos que pedir la tutela de otro país para resolver lo que solo los mexicanos debemos resolver.
La defensa de la soberanía no es un eslogan; es una responsabilidad constitucional y moral, la presidenta Sheinbaum ha sido clara: México dialoga con el mundo, coopera y construye acuerdos, pero nunca bajo el sometimiento ni la imposición, porque la verdadera independencia no se reduce a un hecho histórico del siglo XIX, sino que se renueva en cada decisión que tomamos para garantizar que las políticas públicas respondan al interés nacional, no a las conveniencias foráneas.
¿Qué ganaríamos, que ganaría México si hace 215 años logramos independencia y libertad, pero en 2025, gracias a los conservadores la perdiéramos y nos sometemos?, no les queda esa mascara de amor a la patria si gozan ante la posibilidad de que otro u otros países intervengan en nuestras leyes, nuestros migrantes, nuestro territorio y nuestras decisiones políticas.
Los conservadores de hoy son herederos de aquellos que en su momento traicionaron a la patria, que negociaron con invasores y que siempre vieron hacia fuera en lugar de confiar en la fortaleza de nuestro pueblo, pretenden disfrazar su sumisión como “preocupación democrática”, cuando en realidad se trata de un desprecio a la capacidad de México para caminar con sus propios pies.
Frente a ello, dejemos de lado la ideología política, quienes creemos en la patria, sabemos que nuestra lealtad está con esta tierra, con su pueblo y con su historia. Hoy, como en 1810, que lo escuchen dentro y fuera: México es un país libre y soberano, y así seguirá siendo. Con profundo orgullo mexicano, reiteramos que no claudicaremos en la defensa de las causas de la patria, porque la soberanía no se negocia, se ejerce y se honra.