Solidaridad estudiantil

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

A María Esther y José Luis Aguilar, colegas de Tamaulipas. Ejemplo de fraternidad intencionada Recuerde usted, amable lector, cuando por alguna razón en su vida tuvo qué andar con zapatos de una talla menor a la suya. Es lastimosamente incómodo. Un joven estudiante, por una necesidad escolar tuvo qué calzar un par de tenis demasiado … Leer más

A María Esther y José Luis Aguilar, colegas de

Tamaulipas. Ejemplo de fraternidad intencionada

Recuerde usted, amable lector, cuando por alguna razón en su vida tuvo qué andar con zapatos de una talla menor a la suya. Es lastimosamente incómodo.

Un joven estudiante, por una necesidad escolar tuvo qué calzar un par de tenis demasiado ajustados para jugar un partido de fútbol. Noventa minutos en los que su desempeño no fue el óptimo. Terminó con las plantas de los pies acalambradas y un dolor agudo en las puntas de los dedos.

Pero se sentía contento porque con esa intervención, había logrado registrar una calificación aprobatoria en la clase de Educación Física. El promedio de puntajes le daba suficiente para seguir disfrutando de una beca económica con la cual solventaba principalmente los gastos de hospedaje y alimentos para cursar la carrera.

Aquella fue la última alternativa que el Mtro. Manuel García Ortiz, había ofertado a los alumnos con rezago en sus promedios: para aprobar el semestre debían participar en un encuentro de fútbol y decidió aprovechar esa Oportunidad de oro.

Aparentemente era una forma demasiado flexible, salvo que aquellos estudiantes tenían grandes carencias materiales. La mayoría de ellos subsistían del ingreso obtenido por la beca escolar, la cual recibían en dos partes durante el año, una antes de las vacaciones de diciembre y la otra en el mes de abril. Era entonces cuando adquirían también calzado y algún cambio de ropa. La suspensión de ese estímulo significaba truncar sus estudios

Parte importante de aquel mérito fue la colaboración de una jovial quinceañera, condiscípula, quien había notado en el semblante del muchacho un gesto de preocupación inusual en su personalidad carismática, cuando aquel guardaba en su corazón la angustia de verse reprobado en esa asignatura, con las concebidas consecuencias.

Su problema se circunscribía a la falta de calzado deportivo para jugar ese partido… así de cruel era su realidad económica.

Al enterarse de esa dificultad, la muchacha generosamente ofreció prestarle su calzado y él, aferrándose a la última esperanza, aguantando la vergüenza, rápido se los puso y entró a jugar.

Ella quedó entre el público echando porras a los jugadores en la orilla de la cancha, donde se había instalado un ambiente de alegría, aquella tarde del mes de las tolvaneras.

Aún se acuerda que veía emocionada el partido, mientras intentaba mantener a salvo sus pies descalzos, colocarse bajo la sombra de un mezquite sentía frío el suelo; permanecer bajo el sol, era abrasador.

Vive en deuda y gratitud eterna con su compañera, por aquella noble muestra de solidaridad.

En el medio escolar se habla de problemas como el bullyng, la deserción, reprobación, discriminación, riñas, segregación, entre otros., lo cual evidentemente sucede y ocupa atención exprofeso por parte del colectivo escolar, pero en ese mismo contexto acontecen situaciones alentadoras como relaciones de colaboración, empatía y apoyo entre el estudiantado.

Así como se generan climas hostiles, también se construyen ambientes de fraternidad y ayuda entre los alumnos.




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