¿Qué sigue después de la reforma judicial?
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En realidad, dicha reforma se reduce a la estructura de los poderes judiciales y sólo en cuanto a la designación de los titulares de los distintos tribunales.
En el derecho romano, todavía en gran parte base de nuestro sistema jurídico, hay un principio que dice: Dura lex sed lex, que en castellano significa la ley es dura pero es la ley.
Es decir, las leyes y las sentencias si bien son material criticable, ante todo son para cumplirse.
Las características que tiene toda ley, como producto político por antonomasia que es, tanto constitucional como ordinaria son: que es general, impersonal y sobre todo coercitiva.
General quiere decir que es para todos los que caen en su esfera de competencia, impersonal que no va dirigida a persona en lo particular y lo más fuerte, coercitiva, que significa que si no se cumple voluntariamente, la fuerza pública del estado de la índole que corresponda la hace cumplir sí o sí.
Si las normas jurídicas no tuvieran esos componentes, serían catálogos de buenas intenciones. Por eso toda norma tiene precepto y sanción. Si uno de los dos falta es una norma imperfecta e intrascendente para el mundo del derecho.
¿Por qué ese preámbulo? La razón enseguida la expongo:
Para comenzar, la mal llamada reforma judicial ya es ley suprema del estado mexicano, querámoslo o no.
Mal llamada, porque dicha reforma para nada toca las leyes de materia común alguna, es decir las referentes a la justicia cotidiana, lo que realmente importa a la gran masa ciudadana. En realidad, dicha reforma se reduce a la estructura de los poderes judiciales y sólo en cuanto a la designación de los titulares de los distintos tribunales, y que por cierto extrañamente no toca a ese enjambre de órganos jurisdiccionales de otras tantas materias, como los administrativos, laborales y agrarios.
En las opiniones que sobre el tema he escrito en las páginas de nuestro periódico Imagen, puse de manifiesto las partes de la reforma que me parecía que no eran buenas, tales como la elección por voto popular de toda la judicatura nacional y el tribunal de disciplina judicial, mientras que lo referente a nepotismos y corrupción me parecían buenas.
Sin embargo, en las actuales circunstancias, puede sí seguirse haciendo crítica, pero es indiscutible que las leyes deben cumplirse como lo sabemos en especial los abogados.
En ese escenario real, la comunidad jurídica debe tomar conciencia de lo que sucede y con referencia a nuestro estado, los juristas de dentro y de fuera de la judicatura ojalá participen en los procesos de selección para que los mejores perfiles ocupen tan importantes cargos.
En necesario abrir puertas y no ver las cosas como algo malo y ya consumado, sino explorar los mejores caminos dentro de las leyes nuevas, construir horizontes para mejorar la justicia en Zacatecas y luchar porque tengamos jueces autónomos e independientes.
Convertir lo que no nos gusta pero se tiene que hacer, en un horizonte de oportunidades para desde dentro rediseñar la estructura, pues si bien las leyes son para cumplirse, también son interpretables y por tanto con ductilidad y así poder detener con inteligencia y sabiduría que se adueñen del poder judicial, gente sin vocación y espíritu de servicio, perseguidores sólo del cargo y las prebendas que pudieran conseguirse. Esto último es el fantasma que revolotea en ese ambiente y al que debe enfrentarse con valentía y preparación.
Seguramente la ciudadanía quiere y merece jueces a la medida de la justicia que reclama y no de medio tiempo con más atención a la cuestión política que a los asuntos.
Es mejor tener buenos jueces, aunque sea con malas leyes, porque ellos les darán el sentido correcto. Dice un viejo refrán: Por dar vista o correr traslado a ningún juez han cesado.
Que así sea.