Pueblos en conflicto

Juan Carlos Ramos León.
Juan Carlos Ramos León.

La profesión de un credo no es algo que deba de imponerse con la espada. Y, lamentablemente, la humanidad ha tardado mucho en comprenderlo, no termina de hacerlo todavía. Abrazar la fe debe de ser algo que nazca del corazón, una firme convicción pues, generada, en parte, por los sólidos y bien fundamentados argumentos de … Leer más

La profesión de un credo no es algo que deba de imponerse con la espada. Y, lamentablemente, la humanidad ha tardado mucho en comprenderlo, no termina de hacerlo todavía. Abrazar la fe debe de ser algo que nazca del corazón, una firme convicción pues, generada, en parte, por los sólidos y bien fundamentados argumentos de quienes la promueven y, por otra, atendiendo a una especie de chispa que se enciende en el interior de cada uno y que llama a seguir por determinado camino. Dios mismo jamás atentaría en contra de la voluntad, don valiosísimo que Él mismo nos concedió junto con los de la vida y la libertad.

 

He estado viendo una serie que se llama “Valhalla”, una especie de continuación de la serie “Vikingos”, la cual toma el nombre de una especie de paraíso vikingo al que se va después de la muerte. Y, si bien aquella cultura estaba conformada por una variedad de pueblos como los noruegos, los daneses, finlandeses, groenlandeses, suecos y otros, no deja de sorprenderme cómo se agredían y mataban entre ellos, aún formando parte de un pueblo en común. En “Valhalla” ya hay una clara división religiosa entre los vikingos puesto que muchos de ellos abandonaron el politeísmo y se convirtieron al cristianismo, pero no abandonaron sus prácticas bárbaras y cometieron muchas atrocidades, muchas de ellas “en el nombre de Dios” para imponer su nuevo credo.

 

Y yo reflexionaba “¿cómo es posible que se maten entre ellos si son una misma raza, un mismo pueblo?” Y desgraciadamente caí en la cuenta de que los mexicanos estamos haciendo lo mismo matándonos entre nosotros por el poder, el narcotráfico y el dinero. Los hijos adolescentes de una familia toman armas de alto poder y van y acribillan a sus propios parientes por pertenecer a un bando del crimen contrario y esto ya se salió de control convirtiéndose en una guerra a la que no se le alcanza a ver el final. Y es que toda vez que se siembra la semilla del odio, sea por la “razón” que sea, ya la espiral de maldad que se genera es tal que se vuelve muy difícil salirse. La violencia sólo genera más violencia, indudablemente.

 

Con el pretexto de ser fieles a la razón le hemos dado la espalda a la fe y, paradójicamente, me parece que no existe acto más irracional que ese. Hacer a Dios a un lado de nuestra vida, ha sido destruir el orden que da equilibrio al universo, y si lo que hay no se subordina a ese vértice, cuál si de una pirámide se tratase, todo se vuelve caótico y confuso.

 

Dios es el origen de la vida y al ser Él bueno nuestra naturaleza es buena, también. Pero vino el enemigo y sembró la cizaña. Y la mayoría han cedido a sus seducciones: la riqueza, el placer y el poder.




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