Personalidad ejemplar

Huberto Meléndez Martínez.
Huberto Meléndez Martínez.

Al contador Antonio Vázquez Rodríguez, en reconocimiento a su trayectoria. Varias veces reflexionó sobre su inocencia, al creer que la etapa más difícil de la vida estudiantil había sido al entrar a primero de primaria, pero las vicisitudes se multiplicaron cuando terminó el sexto grado. Los padres debían permanecer a cargo de la parcela y … Leer más

Al contador Antonio Vázquez Rodríguez, en reconocimiento a su trayectoria.

Varias veces reflexionó sobre su inocencia, al creer que la etapa más difícil de la vida estudiantil había sido al entrar a primero de primaria, pero las vicisitudes se multiplicaron cuando terminó el sexto grado.

Los padres debían permanecer a cargo de la parcela y los animales que constituían el semoviente de la familia y fue a estudiar la secundaria a Huejuquilla El Alto, Jalisco, donde vivían sus abuelos, a cinco leguas de distancia, que la gente prefería medir “en horas a caballo” por la sinuosidad agreste del camino entre la sierra. Allá tuvo noticias y lo complicado apenas iba a empezar.

Para cursar preparatoria tuvo que mudarse a la capital del Estado, 250 kilómetros más lejos del terruño.

Asimilada la circunstancia y tomada la decisión de tener una carrera profesional, mitigó todo obstáculo sucesivo. Al aprender a sobrevivir solo, adquirió habilidades para planear actividades, organizar los tiempos, asegurar los resultados académicos esperados por sus progenitores, lavar, planchar, mantener limpia la vivienda, cocinar (esa actividad que puede valorarse hasta cuando se hace personalmente), trabajar y más, constituyeron las grandes oportunidades de sensibilización hacia las acciones cotidianas.

Recuerda cuando su padre había aceptado que se quedara en casa un año más, quebrantando la costumbre de inscribirlo a los 5 años de edad. Con gran esfuerzo se sobrepuso a la vergüenza soportada ante el profesor de la escuela, por la negativa del pequeño a permanecer en clase, además del coraje que emergió cuando sintió el jaloneo de resistencia del vástago.

De regreso a casa y antes de cruzar el río, en la rivera dio fuerte reprimenda como en aquellos tiempos se hacía con los hijos, a fin de que recibieran un escarmiento irrepetible. Sólo fue necesaria una ocasión. Aparentemente el retoño “se salió con la suya”, ante el reclamo contenido de la familia. Con ninguno de los cuatro hijos mayores había sucedido algo parecido. Para sorpresa de él mismo, su autoridad había flaqueado. ¿Cómo debía actuar después con los otros cuatro menores?

Impulsado por los anhelos de mamá Elisa y apoyo de papá Juan superó todos los obstáculos. Se graduó en la Facultad de Contaduría y rápidamente encontró empleo. Pronto sobresalió por su inclinación al trabajo, desempeño eficiente, cumplimiento responsable, personalidad respetuosa, con lo que cultivó el reconocimiento de compañeros y autoridades. Inquieto y ávido por el conocimiento hizo posgrado en la Universidad Panamericana y en la UNAM.

Muy joven adquirió pericia y altas responsabilidades en la Administración Pública Gubernamental llegando a ser jefe de oficina, director de Área y subsecretario de Educación, pero ninguno de esos puestos logró desviarlo de un sueño juvenil: Incursionar en la iniciativa privada.

A diferencia del impulso común por aspirar a otras posiciones en el gobierno o el medio político-partidista, fue renunciando a los compromisos que podían distraerle de aquella ilusión, logrando ser un ejemplo notable y referente histórico en las instituciones donde ha colaborado.




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