
Opinión Nubia Barrios
El salto generacional ha sido gigante no solo en el tema tecnológico, sino en lo emocional, psicológico y social.
Si tienes 40 años o más, probablemente tu primer teléfono celular llegó en la universidad, al empezar tu primer trabajo o quizá mucho después. En ese entonces, significaba un dispositivo básico, sin conexión a internet, útil solo para hacer llamadas y mandar mensajes de texto. Hoy las cosas han cambiado, muchos niños de tan solo 6 o 7 años ya cuentan con un teléfono inteligente y con él, acceso ilimitado a internet, redes sociales y miles de contenidos.
El salto generacional ha sido gigante no solo en el tema tecnológico, sino en lo emocional, psicológico y social. Según datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), más del 90% de niñas, niños y adolescentes en México entre los 7 y los 17 años usan internet, y el 76% de ellos accede a contenidos a través de plataformas como YouTube. Para ellos, el celular se ha convertido en el principal medio para este acceso, desplazando a la ahora antigua televisión.
¿Debería preocuparnos? Sin llegar a ser alarmistas, podríamos decir que sí, sólo si no estamos considerando el impacto que puede tener en nuestras niñas y niños la edad a la cual reciben su primer teléfono inteligente.
De acuerdo con la ONG “Kids Mental Health Foundation”, el uso excesivo de dispositivos móviles y redes sociales puede estar relacionado con efectos negativos en la salud mental de los pequeños, incluyendo ansiedad, depresión, trastornos del sueño y problemas de autoestima.
Esto no significa que la tecnología sea mala por sí misma. Significa que el acceso sin límites, sin acompañamiento ni educación digital, puede tener consecuencias permanentes.
Según expertos, en la etapa de bebés se debería evitar por completo el tiempo de exposición a una pantalla; en preescolar sería propicio limitar el tiempo de contenido no educativo y la exposición a redes sociales, acompañando siempre a los menores mientras navegan. La etapa primaria ya permite que niñas y niños comiencen a educarse sobre el uso responsable de internet, y aún en la preadolescencia el acompañamiento familiar debe ser constante. Un menor sólo estará preparado para las redes sociales a medida que tenga una comunicación abierta con sus padres o tutores, y un sentido fuerte de seguridad en sí mismo que incluya el respeto por los demás.
Entonces, la pregunta no solo es “¿a qué edad tuviste tu primer teléfono móvil?”, sino: ¿qué habría pasado si a los 6 años hubieras tenido acceso ilimitado a todo lo que hoy ofrece internet? ¿Estabas emocionalmente preparado para filtrar lo que veías, para entender lo que consumías, para proteger tu privacidad?
Hoy, muchos padres entregan un celular a sus hijos como una forma de estar en contacto, de entretenimiento, o incluso como premio, pero este siempre debiera venir acompañado de reglas claras, límites de tiempo y conversaciones sobre los riesgos y responsabilidades del mundo digital.
En el marco del día del niño y la niña, reflexionemos que el progreso es inevitable, pero dar un celular no es lo mismo que regalar una bicicleta, es una puerta abierta a un mundo complejo que aún muchos adultos no saben navegar del todo.
Cuidemos el bienestar, la seguridad y la privacidad de nuestras niñas y niños, se merecen una infancia sana y feliz.
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