Mejores prácticas de escritura y lectura, aún pendientes

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

La alfabetización masiva tomó al menos seis décadas para que incluso los adultos mayores demostraran que al menos podían escribir y deletrear su nombre.

La palabra “escribir” proviene del indoeuropeo “skrib”: raspar, marcar, rallar (dejar ralladuras), mancillar: lo que antiguamente se hacía con tablillas de barro para dejar registro de cálculos, datos, acontecimientos o pensamientos.

El primitivo verbo “sek”, cortar (de donde vienen “secta”, “sector” y “segmento”), dejó también el verbo “sker” y su variante “skeri”, que significan cortar, dividir. Los anglosajones tomaron este verbo para la palabra scar: cicatriz. De hecho, el latino “cicatrix” viene del griego “eskhara”: marca o costra tras herida o quemadura.

Por Emilia Ferreiro sabemos que, hace siglos, leer y escribir eran actividades estrictamente profesionales. “Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio, y a este oficio se dedicaban el resto de sus días”.

Además denuncia: “Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía”. Entonces inició la complejidad sobre todo en la enseñanza y aprendizaje de ambas actividades.

La investigadora equipara al antiguo oficio de escriba con el de músico. Quien no servía como escriba, al igual que quien demostraba no servir para músico, desertaba de tal formación. A pesar de ello, jamás se hablaba de “fracaso escolar”. Simplemente se caía en cuenta de que ésa no era la vocación indicada y se reorientaban los esfuerzos al cultivo de otra labor que sí fuera la adecuada para el aspirante.

Años después, la propia Ferreiro complementa que “a todos nos concierne la escritura y, sin embargo, no hay una disciplina que se ocupe de ella. Desde una mirada ingenua se podría argumentar que no hay disciplina que se ocupe de la escritura porque no es más que una técnica, una imperfecta técnica de transcripción de sonidos en grafías. Efectivamente, así fue tratada y maltratada muchas veces la escritura”.

Desde la especialidad, bajamos la escritura y la lectura a la masa, al acceso común. Esto tuvo grandes ventajas. En el caso de México, recordemos las grandes cruzadas emprendidas por el oaxaqueño José Vasconcelos hace 100 años. Su sueño de una alfabetización masiva tomó al menos seis décadas para que incluso los adultos mayores demostraran que al menos podían escribir y deletrear su nombre.

Debemos continuar promoviendo mejores prácticas de escritura y lectura, pues continúan pendientes. Esto debe hacerse desde instituciones con titulares de veras comprometidos, que no “floten de muertito” en el desarrollo de su responsabilidad.

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