Los obispos zacatecanos

Don Antonio López Aviña, de Chalchihuites y don Fernando Mario Chávez Ruvalcaba, de la capital, han oficiado de obispos en su tierra.

La visita ad limina apostolorum (a los pies de los apóstoles ) de los obispos mexicanos al papa Francisco para patentizar la unidad con la sede apostólica, me motivó hacer recuento somero de los que se han sentado en la cátedra episcopal zacatecana desde su creación allá por 1863, con énfasis en los oriundos de estas tierras.

Con relación a las diócesis de Durango cuya jurisdicción comprendía hasta Nuevo México y a la de Linares y no se diga la de Guadalajara, a la que pertenecía, la sede de Zacatecas, es post virreinal y nueva.

No es casual que la diócesis zacatecana haya nacido en los turbulentos tiempos de la Reforma y la promulgación de las leyes juaristas, simiente del estado laico, con el consecuente enfrentamiento entre la iglesia y el estado, lo que permite suponer que la decisión no fue extraña a la política.

La geografía de la Diócesis no se corresponde con exactitud a la del estado; algunos municipios del norte pertenecen a la arquidiócesis de Durango y otros del sur a la de Guadalajara; aunque también otros municipios de Jalisco y de San Luis Potosí son jurisdicción de Zacatecas.

Llama la atención que los dos primeros obispos eran hermanos y que el primero asistió a las sesiones del concilio Vaticano I convocado por el polémico Pio IX, el último de los pontífices monarcas; en segundo lugar, es notorio que muchos de los pastores, duraron pocos años y no porque hayan muerto en su sede, si no porque fueron trasladados a otras diócesis o arquidiócesis o hasta llamados a servir en la ciudad eterna con capelo de cardenales.

En los ciento sesenta años de vida de la diócesis, quince hombres han ejercido de obispos; cada uno ha dejado su impronta, de lo que sería interesante hacer análisis histórico-crítico por la innegable repercusión que su actuación produce en el estado.

Un par de zacatecanos han oficiado de obispos en su tierra: don Antonio López Aviña, de Chalchihuites y don Fernando Mario Chávez Ruvalcaba, de la capital; el primero fue luego promovido a la arquidiócesis de Durango, donde se había formado como presbítero y supo ganar tanta influencia en el Vaticano, que pudo impulsar a varios hombres de su presbiterio a sedes episcopales , el más conocido, el controvertido cardenal Norberto Rivera en la arquidiócesis de México.

Oriundos de Zacatecas han ocupado sedes episcopales en otros lares, destacando un hombre extraordinario, humilde y sabio, como es don Héctor González Martínez, de Miguel Auza, arzobispo de Oaxaca, antigua Antequera y luego de Durango; ahora en situación de retiro, con el título de emérito.

Siempre es bueno tener presente a las personas paisanas nuestras que han actuado en favor de la gente, en los diferentes terrenos; uno de ellos, ser pastor de millones de personas

Pastorea ahora a la grey zacatecana, don Sigifredo Noriega Barceló, del que dijo un día el padre Salinas: “Me gusta el sonorense”.

De la visita del obispo al Vaticano, algo bueno y aprovechable debe salir en estos tiempos ayunos de la paz y seguridad.

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