Los grandes imperios se destruyen desde adentro

La corrosión más poderosa es la generada dentro del equipo, más que la que pueda esforzarse en producir sus oponentes.

Una vez que comienza otro año y va quedando atrás el septiembre de las rendiciones de protesta, en su cuarto mes las administraciones municipales pueden comenzar a ver diluidas sus “lunas de miel”. En efecto, sujetas las personas votadas y votantes a nuestra humana pasta, pueden hacerse ahora más notables el desencanto, la inconformidad e incluso la impaciencia ante lo acordado o prometido.

Ante ese escenario, vale el esfuerzo recordar que los grandes imperios se destruyen desde adentro. De hecho, la corrosión más poderosa es la generada dentro del equipo, más que la que pueda esforzarse en producir sus oponentes.

La historia, maestra de la vida (Cicerón dixit), nos muestra que las civilizaciones más poderosas no han sucumbido ante sus enemigos externos: más bien se han dividido entre sus propias contradicciones, ambiciones encontradas y debilidades internas.

Recordemos que el Imperio Romano sucumbió ante los pueblos a los que llamaban “bárbaros” debido a la gradual disminución de sus defensas en las fronteras, el aumento en la corrupción de la vida pública y el relajamiento de la disciplina tanto militar como social. El “pan y circo” al que todavía hoy recurren muchos gobiernos no bastó cuando la pérdida de valores no pudo blindar más al gigante.

Lo mismo sucedió con el imperio español, del que sus propios gobernantes presumían que era tan vasto que nunca se le ocultaba el sol. Hubo ineficiencia administrativa, guerras internas por el poder, vicios sociales ocultos bajo la máscara de la religiosidad, entre otras perversiones que minaron la fortaleza de esa gran colonizadora.

Al imperio otomano lo derribaron las guerras promovidas por hermanos que se disputaban el poder. La permanente división en un pueblo no puede terminar en algo bueno. Los resentimientos, las venganzas y la compra de voluntades siempre terminan mal.

La nación más grande que ha existido en el mundo, formada por 18 pueblos, fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Si bien el comunismo tiene buenos planteamientos, su puesta en práctica no se libra de pequeñas corrupciones, inequidades y vicios. Si a esto agregamos la represión política y el condicionamiento de libertades, tenemos un coctel peligroso.

Sólo con políticas fuertes y sanas, libres de prácticas abusivas sobre todo desde el poder, se puede mantener cohesionada una institución. Se debe promover la autocrítica, la tolerancia y el diálogo permanente, so riesgo de que la erosión llegue en renuncias, divisiones, descontentos, alejamientos. Los grandes imperios se destruyen desde adentro, sobre todo cuando quienes los encabezan no saben o no quieren o no buscan llevarlos por los caminos de la congruencia y las buenas prácticas.

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