Las mismas promesas, a pesar de los años

Simitrio Quezada.
Simitrio Quezada.

El gran problema es que los grandes problemas son, a pesar de los años, siempre los mismos.

Podemos reconocer, con cierto pesar, que el contenido de discursos en las campañas políticas bien podría desembocar en un manual. El electorado pide y los candidatos ofrecen agua potable abundante y permanente para todos los domicilios y comercios, seguridad pública en cualquier punto de nuestros municipios, educación pública de calidad, eficiencia en los servicios públicos y mejores directrices para el desarrollo social.

También se insiste ―demandando unos esperanzados y ofreciendo otros interesados, en coloridos y casi misericordiosos mítines― en más y mejor alumbrado público, apoyo a los pequeños y medianos empresarios, construcción de bordos, mejor atención en las entidades gubernamentales, fondos de apoyo a productores agrícolas, atención a los grupos vulnerables, mantenimiento a caminos y carreteras, entre otras acciones.

El gran problema es que los grandes problemas son, a pesar de los años, siempre los mismos. Por voluntad, no hay problema. Por buenos deseos, menos. El problema vuelve a ser ―terminada la campaña, entregada el acta, terminada la toma de protesta― la insuficiencia de presupuesto, la necesidad de solicitar empréstitos, la urgencia de acuerdos y apoyos entre todos los niveles de gobierno.

En las campañas políticas, la reiteración de propuestas (promesas) debe ser preocupante. Algunos dirán que no se debe hacer alarma de esto: que las comunidades crecen y por eso las necesidades antes resueltas pueden surgir en los nuevos asentamientos. Sin embargo, también existe la obligación de dar mantenimiento a lo ya establecido. Los sistemas de drenaje rozan en la obsolescencia, las lámparas fallan y deben ser repuestas, la red de carretera es un peligro mortal cuando por años no se le da mantenimiento.

Gane quien gane en esta elección, la reiteración de propuestas (promesas) debe terminar. Requerimos una generación gobernante que por fin acabe con problemas históricos, que trabaje a largo plazo y logre con ello que en las próximas campañas políticas sean otras las necesidades y las propuestas.

Se vale soñar. Ojalá las actuales candidatas y los actuales candidatos terminen odiando plantear las mismas propuestas. Ojalá rompamos los votantes esa maldición de ―cada tres años, cada seis años― estar pidiendo lo mismo, estar necesitando lo mismo.

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