Las inercias, enemigas de la educación
En lo que toca a la educación, tanto en oficinas administrativas y de planeación como dentro de las aulas, lo peor es creer que se cumple al estar presente en un horario de “trabajo”.
¿De veras existe todavía en el estado de Zacatecas quien cree que en el gobierno los meros escritorios son los grandes centros de mando? ¿De veras existe todavía en nuestro entorno quien cree que asumir un cargo en la administración pública es un holgado cobro, holgada cosecha, (y por ello ya no hay que esforzarse) y no una responsabilidad? ¿De veras persiste quien cree que la delegación a ciegas, el lucirse como jefe, es la madre de la eficacia?
Mientras no se entienda que las inercias son las grandes enemigas de la educación y de otras áreas implicadas en la esfera de las decisiones gubernamentales, persistirá nuestro estancamiento comunitario —en el mejor de los casos— o el gradual descenso en la calidad de vida de nuestro entorno.
En lo que toca a la educación, tanto en oficinas administrativas y de planeación como dentro de las aulas, lo peor es creer que se cumple al estar presente en un horario de “trabajo”. No es gratuito que hace años se difundiera a nivel nacional un documental que, entre otras denuncias, hacía ver que las escuelas en México son concebidas más como guarderías que como instituciones educadoras. Un documental donde, incluso, se exhibía la ignorancia de la entonces líder sindical respecto al número de docentes en el país.
Si realmente queremos elevar nuestros niveles de competitividad, si realmente deseamos destacar —como entidad federativa— en el contexto educativo, debemos ya tomarnos en serio la conciencia de una efectividad mensurable y contrastable etapa por etapa, área por área.
Debemos adoptar estrategias y sujetarnos a un estricto seguimiento. No debe haber más escuelas en vana rutina, no más bibliotecas públicas y escolares de adorno o sin uso (que a eso se debe considerar franco subejercicio), no más centros de maestros que sean más oficinas de trámites que verdaderos repositorios para la mejora docente.
La investigación educativa debe serlo de modo efectivo: ya no simbólico o superfluo, enfocándose en temas irrelevantes. Las vacas sagradas de la educación pueden continuar siendo sacralizadas si así lo quieren, pero ya no en su estado rumiante, absorbiendo ventajosamente todos los apoyos gubernamentales con sus cuatro estómagos y sus grupúsculos adoratrices. Las universidades deben demostrar más su utilidad social, anteponiendo eso a sus incesantes —y a veces no justificables o provechosas— demandas presupuestales.
Una verdadera transformación del país precisa un compromiso cabal; no el mero discurso y el escenario rodeado de periódicos aplausos. En nuestro ámbito educativo, el estado de Zacatecas está obligado a presionar el acelerador, a exigirse, a adentrarse en marchas forzadas a escenarios de irrestricta autoevaluación y planteamiento de decisivos desafíos.
Es en serio: no hay de otra. Basta de inercias. Estamos obligados a avanzar.
Y de veras.