La licencia de Vanessa

Jaime Santoyo Castro.
Jaime Santoyo Castro.

Resulta extraña la solicitud de licencia de Vanessa Rubio para separarse de su escaño en el Senado de la República.

Resulta extraña la solicitud de licencia de Vanessa Rubio para separarse de su escaño en el Senado de la República, dejando todos los beneficios, ingresos y privilegios que le son inherentes para, según su dicho, irse a realizar actividades académicas en Inglaterra.

Pareciera irrespetuoso dudar de que esa sea la causa real y verdadera de su separación, pero es un cargo público, y los ciudadanos tenemos el derecho de cuestionarla, porque la separación voluntaria sin justificación equivale a una renuncia, y el cargo es de cumplimiento obligatorio, por disposición constitucional.

En un Twitter nos enteramos que solicitó licencia para dedicarse por un tiempo a la academia y consultoría, y concluyó diciendo que “Ya con la licencia, decidiré la mejor opción.” O sea, ¿primero asegura la licencia y luego la justifica?
Ser integrante del Senado debe ser, además de un privilegio, una gran responsabilidad que no puede hacerse a un lado tan frívolamente. Protestó cumplir y hacer cumplir, y el cargo era por 6 años. Aún no lleva la mitad y ya incumplió, sin que quede clara la razón. La población merece saber la causa que justifique el abandono de la función.

Bien dicen que lo que no cuesta se dilapida. A ella no le costó ocupar el escaño porque llegó gracias a la generosa vía plurinominal, sin desgastarse y sin gastar para conseguir votos; por ello no se le hace difícil abandonar la encomienda, aunque reitero, resulta extraño por la pérdida de los privilegios o prerrogativas que de ella se generan.

¿Qué es entonces lo que la impulsa a abandonar el escaño, y propiciar que lo asuma su suplente que por cierto renunció al PRI y se unió al candidato de Morena en Baja California? No es creíble, en estos tiempos, que sea por dedicarse a la actividad académica.

Conste que no se duda de su capacidad, talento y experiencia, pero sí sorprende la falta de compromiso con su partido y con la nación a la que juró servir, pues resulta innegable la ausencia de una causa grave que justifique la dimisión; lo que se traduce en un franco desaire a la voluntad popular. ¿El Senado la aprobará sin causa?

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