El cambio climático, una realidad impostergable

Jairo Mendoza.
Jairo Mendoza.

La aplicación de políticas ambientales pudiese ayudar como herramientas mitigadoras de los efectos y estragos por el calentamiento global.

En las últimas semanas, todos hemos padecido del intenso calor que ha golpeado no solo a Zacatecas, sino a todo el país, con temperaturas inéditas que han rebasado los 45 grados y hasta los 50 grados en algunas partes del territorio nacional. Y que hablar de otros países, donde en regiones del Medio Oriente y África, las temperaturas han superado los 55 grados centígrados.

Nunca en mi vida recuerdo haber padecido y lidiado con temperaturas similares, las cuales, al igual que a muchos mexicanos, nos han hecho modificar nuestras rutinas, tomar mayores precauciones y sobre todo, reflexionar sobre nuestro papel ante una realidad que alguna vez vimos como lejana, el calentamiento global llegó para quedarse.

Los efectos por el cambio climático son cada vez más evidentes, a través de fenómenos meteorológicos extremos como sequías, inundaciones, erupciones volcánicas, terremotos y huracanes que se vuelven cada vez más comunes y peligrosos. Aunado a las repercusiones ecológicas, el calentamiento global conlleva consecuencias humanitarias, económicas y políticas que no deben postergarse dentro de las agendas gubernamentales y que, al contrario, se deben de tomar acciones inmediatas.

De modo tal que, la aplicación de políticas ambientales pudiese ayudar como herramientas mitigadoras de los efectos y estragos por el calentamiento global, además permitirán adelantarse hacia el desarrollo de acciones más sustentables y sostenibles, trayendo beneficios sociales y económicos en las poblaciones del mundo.

En México, el gobierno federal sustenta su política ambiental “en los saberes tradicionales, el conocimiento científico y la honestidad que demanda nuestro país pluricultural”, llamando constantemente a la aplicación de la ley contra los generadores de la devastación ambiental y señalando, particularmente, a los protagonistas del periodo “neoliberal” como artífices de los desastres ecológicos.

En este sentido, es necesario la implementación de políticas ambientales apropiadas a nuestra nueva realidad, que, a la vez, se acoplen a los marcos normativos ya existentes; por un lado, se necesita de la aplicación de leyes más severas hacia los agentes contaminadores, por la producción y uso de combustibles nocivos, por contaminar y desperdiciar el agua y por disponer inapropiadamente residuos perjudiciales para el medio ambiente, mediante impuestos ecológicos o sanciones económicas; por otro lado, se requiere de incentivar a las organizaciones que promuevan la conservación, cuidado y cultura del medio ambiente por medio de mayores subsidios e instrumentos económicos preferenciales, que contribuyan a la atracción de inversiones.

Al analizar el grave impacto del deterioro del medio ambiente, los altos costos políticos, económicos y sociales, además de los riesgos ecológicos, debemos asumir que como sociedad le hemos fallado a nuestro planeta, y que, de continuar siendo indiferentes a estos problemas, seguiremos padeciendo las consecuencias hoy y mañana.

Para hacerle frente al cambio climático necesitamos actuar y modificar nuestras conductas comenzando desde los hogares, posteriormente las empresas y los gobiernos deben hacer su papel; porque las decisiones de estos tres agentes en conjunto derivan en la fuerza más importante para la transformación de las sociedades y sobre todo en el uso adecuado de los recursos naturales.




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