Un gran poder

Para empezar a conocerte a ti mismo te sugiero que cada noche, te pongas a reflexionar sobre cómo fue tu día.

En esta época  en que vivimos, ocupamos mucho de nuestro tiempo en navegar por el ciberespacio, en  estar checando el Whatsapp, en Instagram, Facebook; esto nos está quitando muchísimo tiempo entre lo que están los momentos propicios para reflexionar sobre nuestra vida, no analizamos nuestras reacciones, no nos damos el tiempo para mejorar y mejorar nuestras relaciones; a cuando volteamos la cara a lo mejor algunas de nuestras relaciones están al borde del caos y la realidad es que muy fácil nos dejamos llevar por la corriente y nuestras relaciones de pareja, de familia están realmente mal.

Siempre existe el tiempo para hacer un alto en el camino y de poner solución a lo que nos está pasando, hay que darnos ese tiempo.

Todos los cursos de superación personal, afirman que para tener una vida más plena y para saber resolver bien los problemas personales, lo mejor es conocerse a sí mismo. Dicen que las personas que perciben con verdadera claridad las causas de sus reacciones y sus sentimientos alcanzan una vida emocional más desarrollada, son personas más autónomas, más seguras, más positivas; y cuando caen en un estado de ánimo negativo no le dan vueltas obsesivamente, ni lo aceptan de modo pasivo, sino que saben cómo afrontarlo y no tardan en salir de él.

Esto es muy real pues si uno se conoce a sí mismo, sabrá las causas de sus reacciones y así, al ir al fondo de éstas, podrá mejorar y podrá ir cambiando sus defectos, mejorando su personalidad y mejorando sus relaciones con los demás.

Para empezar a conocerte a ti mismo te sugiero que cada noche, te pongas a reflexionar sobre cómo fue tu día, sobre cómo reaccionaste ante las diversas circunstancias.

Cuando reflexionas y haces un análisis de tu día sobre lo positivo y lo negativo, llegas más fácil a la causa de tus reacciones y es mucho más fácil ponerte metas para mejorar en las que son negativas.

Si eres un padre de familia ponte a reflexionar cuántas veces le gritas a tu esposa, hijos, o si vale la pena tantos regaños. Este análisis te va a ir llevando de verdad a mejorar tus relaciones familiares, a ya no gritar y a corregir solamente cuando sea necesario, te va a llevar a dominarte, es decir te vas a ir conociendo más.

Por ejemplo yo me daba cuenta que siempre entre 6 y 8 de la noche me ponía de malas, analizando vi que era porque tenía hambre y por esperarme a la cena ni comía nada y estaba de un humor negro. Lo que hice entonces fue comer algo saludable a las 6 y en ese tiempo de baño de niños, tareas y cena ya no estaba de malas y todo fluía pacíficamente.

Este es un ejemplo muy básico en donde la causa es algo físico más que mental. Muchas veces las causas de nuestro mal carácter vienen de algo físico, que puede ser el hambre, el dolor o yendo más allá algún mal en la tiroides, la glucosa.

Si la causa es más profunda, a lo mejor tienes un defecto que debes de contrarrestar con una virtud. Por ejemplo, si cuando analizas tu día ves que te peleas por todo con tu esposo, tu defecto es el orgullo y la vanidad, pues siempre quieres tener la razón. Para contrarrestarlo está la virtud de la humildad y lo que tienes que hacer es aceptar sinceramente que no tienes tú la razón en todo. Además de que te conviene, pues al final tu relación ya no va a estar tan desgastada por pleitos, vas a vivir en paz y seguramente vas a ser más feliz.

Para conocerse a sí mismo se necesita muchísima dosis de humildad y eso duele, pero lo bueno cuesta y para qué vivir en un infierno si puedes vivir mucho más feliz.

Hay que reflexionar y ver que el conocerse a sí mismo es un gran poder y que el cambio está en ti y solo en ti. Hoy el que no mejora es porque no quiere, tenemos muchas herramientas para poder conocernos a nosotros mismos, desde lo básico que es la reflexión diaria, hasta los cursos de inteligencia emocional, los libros, especialistas, sacerdotes, el internet, etc. Solo se vive una vez, la vida es un reto y hay que vivirla lo más inteligente y lo más feliz que se pueda.




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Isabel Orendain

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