Ser agradecidos siempre

Hay que reflexionar y analizar si somos personas orgullosas y soberbias que sentimos que nos merecemos todo, también analizar qué tanto somos agradecidos en todas las circunstancias de la vida.

Cuando uno organiza una fiesta, ya sea boda, cumpleaños, primera comunión, etc., son semanas y a veces meses de preparación. Son muchos gastos que están fuera del presupuesto  y que se ahorran con mucho esfuerzo o en algunos casos hasta nos llegamos a endeudar por celebrar estas fiestas. Cuando vamos de invitados, como padres hay  que enseñar a nuestros niños y también a nosotros mismos a valorar lo que nos ofrecen en esas fiestas. Hay que pensar que el que la hace da lo mejor que puede, y muchas veces con sacrificios.

No es posible que aparte de que  nos invitan, salgamos renegando: “no, que mala la música, “no, que fea la comida”, ” mama, los bolos están horribles”.

Y cuando nosotros somos los que organizamos también hay que enseñarnos y enseñar a nuestros hijos a agradecer y estar contentos con los regalos que recibimos porque la gente que nos lo da también tuvo el tiempo e hizo el esfuerzo por ir a escoger y comprar el regalo para nosotros.

Hay que reflexionar y analizar si somos personas orgullosas y soberbias que sentimos que nos merecemos todo;  analizar también qué tanto somos agradecidos, no solo con los que nos invitan a las fiestas, sino en todas las circunstancias de la vida, con todas las personas con las que nos topamos en la vida diaria; con las personas de intendencia, con los veladores del edificio, con el cartero, con el que me pone la gasolina, con la que me ayuda en la casa, con Dios por habernos dado la vida, un día más, un bonito atardecer, salud, familia, amigos, la lista es interminable.

Concretamente sabemos  que el ser humano necesita reconocimiento y en la familia es el primer lugar en donde éste se debe de dar, cómo podría cambiar la dinámica de la familia y del matrimonio si  agradeciéramos de corazón tanto con palabras como con actitud. Hay que hacernos estas preguntas: como esposa, ¿le agradeces a tu esposo que salga a trabajar, su sacrificio de levantarse temprano?, ¿qué te lleve el dinero de la quincena?, ¿qué te ayuda en las tareas de la casa? Tu como esposo, ¿ le agradeces a tu esposa sus desvelos con los niños?, ¿la comida que hace diariamente?,  las tareas de la casa  planchar lavar, tener la ropa limpia, los baños limpios? A sus hijos ¿les enseñan a decir gracias cuando acaban de comer?, ¿cuándo les compran algo?

Si has reflexionado y te diste cuenta de que no,  hoy es tiempo de empezar para cambiar la dinámica de tu vida, recordar el sabio dicho “es de buen nacido ser agradecido” y así siendo agradecidos seremos más felices nosotros y  haremos tamén más felices a los demás.




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Isabel Orendain

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