Dialogar sin insultos

Hay que reflexionar antes de hablar cuando estés en una discusión. Si no reflexionas y no filtras tus pensamientos, salen una serie de ofensas que luego te arrepientes de que las dijiste.

El matrimonio como cualquier relación humana tiene sus épocas; hay tiempos de felicidad, de tensión, de discusión. No pienses que tu matrimonio es único, todos pasamos por estas épocas.

Cuando estés en una época mala ten paciencia y fortaleza, actúa con inteligencia y no te desesperes, hay que tener la certeza y la esperanza que siempre después de la tempestad viene la calma.

El dialogo entre los esposos es indispensable en el matrimonio, pero hay que tener mucho cuidado de que cuando estemos pasando por un problema, hay que dialogar sin insultos.

Hay que reflexionar antes de hablar cuando estés en una discusión. Si no reflexionas y no filtras tus pensamientos, salen una serie de ofensas que luego te arrepientes de que las dijiste.

Nadie es tan comprensivo a la hora de discutir que piensa que el otro no está reflexionando, que lo está diciendo sin querer. Hay que tener mucho dominio para no ofender, no es fácil, pues en una discusión o enojo  pocas veces estas consciente de lo que estás diciendo.

Nadie quiere acabar con su matrimonio, pero estas discusiones lo van deteriorando. Cuando empiece la discusión haz un alto, respira profundo, toma el control y piensa, antes de que lo único que salgan sean ofensas de que al instante te vas a arrepentir.

Esfuércense por hablar en forma suave y bondadosa. Cuando se es atacado, el silencio es a menudo el mejor método para calmar el enojo.Las decisiones que se hacen cuando se está enojado, cansado o desanimado, no son las mejores, de manera que es mejor relajarse y esperar que pase la tormenta antes de hablar.

Y cuando se comuniquen con su esposo o esposa de nuevo, que sea suavemente y con amor. Las palabras ásperas y rudas destruyen cualquier intención de agradar o de mejorar.

Algunos buenos consejos son:

Dejen de criticar y de rezongar. Dejen de encontrar faltas. No esperen perfección, o de otra manera resultará amargura.

Pasen por alto las faltas y busquen las cosas buenas. No traten de reformar, controlar o forzar al cónyuge, pues destruirán su amor.

Sólo lo bueno puede cambiar a la gente. Un sentido del humor, un corazón alegre, la bondad, la paciencia y el afecto eliminarán las dos terceras partes de los problemas de su matrimonio.

Traten de hacer a su esposo o esposa feliz en vez de querer hacerlo bueno. El secreto de un matrimonio exitoso no está en tener el esposo o esposa apropiado, sino en ser uno mismo el cónyuge apropiado.




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Isabel Orendain

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